18/03/2020, 17:06
La castaña atribuyó su golpe al cansancio, así que Eri pudo respirar tranquila. Era cierto que la noche ya caía sobre ellas y la oscuridad no ayudaba a mantenerse despierta seguramente ni a ella ni a Ranko, así que asintió ante lo dicho por la flautista.
—Tienes razón, es tarde y seguramente estés muy cansada —Aquello salió de sus labios sin tartamudear, casi por primera vez en toda la noche—. No querría quitarte más tiempo de sueño, Ranko-san, discúlpame.
Hizo una pequeña reverencia.
—Y, sí, en otoño, en Tanzaku Gai, en la mayor plaza de la ciudad —recordó—. ¡Gracias de nuevo por tocar conmigo!
Sonrió a la chica.
—Y dulces sueños, Ranko-san —volvió a inclinar su cabeza, y, con la flauta abrazada por sus dedos, se alejó por donde un rato antes había venido, dispuesta también a descansar un poco antes de seguir con su pequeño viaje.
Aquella noche no pensó en que, quizás, no debería haber sido tan agradable con Sagiso Ranko, una kunoichi de Kusagakure, quien había decidido romper el tratado y la alianza, pero, tampoco lo tomaría con ella, nunca, pues esa decisión no le había correspondido a ella tomarla.
Así que durmió, con el eco de la música resonando en su cabeza cual nana para dormir.
—Tienes razón, es tarde y seguramente estés muy cansada —Aquello salió de sus labios sin tartamudear, casi por primera vez en toda la noche—. No querría quitarte más tiempo de sueño, Ranko-san, discúlpame.
Hizo una pequeña reverencia.
—Y, sí, en otoño, en Tanzaku Gai, en la mayor plaza de la ciudad —recordó—. ¡Gracias de nuevo por tocar conmigo!
Sonrió a la chica.
—Y dulces sueños, Ranko-san —volvió a inclinar su cabeza, y, con la flauta abrazada por sus dedos, se alejó por donde un rato antes había venido, dispuesta también a descansar un poco antes de seguir con su pequeño viaje.
Aquella noche no pensó en que, quizás, no debería haber sido tan agradable con Sagiso Ranko, una kunoichi de Kusagakure, quien había decidido romper el tratado y la alianza, pero, tampoco lo tomaría con ella, nunca, pues esa decisión no le había correspondido a ella tomarla.
Así que durmió, con el eco de la música resonando en su cabeza cual nana para dormir.