19/03/2020, 19:08
Nubu se aferró a la mano de Sasayami, y ambos siguieron las indicaciones de Kazuma para salir. El pequeño, sin embargo, volteaba a ver a la pelea entre los genin y la "villana", pero se tragó cualquier deseo de ayudarles. En parte por miedo y en parte porque su misión era rescatar a su vecina.
—¡Lo hicimos! —soltaría Nubu apenas salieran por la ventana. Daría un salto en su lugar, con una mano hacia arriba y la otra apretando la de la niña. Su corazón latía con toda la fuerza con la que podía latir —. ¡Cumplimos la misión y rescatamos a Sasayami-chan! Y… ¿Y Ranko-sensei y Daigo-sensei? ¿Qué pasará con ellos y la villana?
El niño ya había comenzado a hablar con su volumen natural, olvidándose de que seguían cerca del sitio. Sin embargo, Kitora estaba demasiado ocupada con sus oponentes como para darse cuenta de que su rehén había escapado.
Daigo había logrado conectar un golpe muy potente, sacándole el aire a la chica. Un arco más se conectaría con el peliverde, pues seguiría muy cerca de la pelirroja, a menos que se alejara al instante.
—Mal… di… —Mientras juntaba con dificultad las manos para hacer un sello, —. ¡C-cómete estos Raijuu!
Lanzaría las manos hacia adelante, proyectando dos tigres hechos de energía eléctrica que se lanzarían hacia Daigo y Ranko, respectivamente. Kitora había retrocedido después del puñetazo, así que habría un par de metros de distancia entre ambas partes.
Por su parte, Ranko flexionaría sus piernas y, después de un impulso de chakra y una ruptura a su alrededor, saldría disparada hacia un lado, evadiendo a la criatura. Al caer, haría lo mismo y saltaría, esta vez hacia su hermana.
—¡Hitoshin!
Kitora, respiraba con dificultad, a punto de ser abrumada por su propio cansancio y por el dolor del golpe que Daigo le había propinado. No tuvo energía suficiente para evitar la arremetida de su hermana, quien se había lanzado hacia ella con un rodillazo a la cara. Kitora apretó los puños inconscientemente, como si fuese instinto seguir peleando, aunque ella ya había caído de cara sobre el polvoriento suelo de aquella bodega. Se había formado un segundo arco con Ranko, mas al intentar Kitora levantarse y fallar, su aura eléctrica desapareció.
—Ah. Demonios.
—¿E-estás bien? —La de la trenza se le acercó, muy preocupada.
—Sí… Sí. Acabemos con esto, pues. —La chica hablaba con suma resignación.
—¡Lo hicimos! —soltaría Nubu apenas salieran por la ventana. Daría un salto en su lugar, con una mano hacia arriba y la otra apretando la de la niña. Su corazón latía con toda la fuerza con la que podía latir —. ¡Cumplimos la misión y rescatamos a Sasayami-chan! Y… ¿Y Ranko-sensei y Daigo-sensei? ¿Qué pasará con ellos y la villana?
El niño ya había comenzado a hablar con su volumen natural, olvidándose de que seguían cerca del sitio. Sin embargo, Kitora estaba demasiado ocupada con sus oponentes como para darse cuenta de que su rehén había escapado.
Daigo había logrado conectar un golpe muy potente, sacándole el aire a la chica. Un arco más se conectaría con el peliverde, pues seguiría muy cerca de la pelirroja, a menos que se alejara al instante.
—Mal… di… —Mientras juntaba con dificultad las manos para hacer un sello, —. ¡C-cómete estos Raijuu!
Lanzaría las manos hacia adelante, proyectando dos tigres hechos de energía eléctrica que se lanzarían hacia Daigo y Ranko, respectivamente. Kitora había retrocedido después del puñetazo, así que habría un par de metros de distancia entre ambas partes.
Por su parte, Ranko flexionaría sus piernas y, después de un impulso de chakra y una ruptura a su alrededor, saldría disparada hacia un lado, evadiendo a la criatura. Al caer, haría lo mismo y saltaría, esta vez hacia su hermana.
—¡Hitoshin!
Kitora, respiraba con dificultad, a punto de ser abrumada por su propio cansancio y por el dolor del golpe que Daigo le había propinado. No tuvo energía suficiente para evitar la arremetida de su hermana, quien se había lanzado hacia ella con un rodillazo a la cara. Kitora apretó los puños inconscientemente, como si fuese instinto seguir peleando, aunque ella ya había caído de cara sobre el polvoriento suelo de aquella bodega. Se había formado un segundo arco con Ranko, mas al intentar Kitora levantarse y fallar, su aura eléctrica desapareció.
—Ah. Demonios.
—¿E-estás bien? —La de la trenza se le acercó, muy preocupada.
—Sí… Sí. Acabemos con esto, pues. —La chica hablaba con suma resignación.
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