21/03/2020, 19:54
La montaña de carne se desplomo, con una cara pálida. ¿Habrá tenido algún percance en el pasado con la Arashikage? ¿Sería tan temible como decían? Ren no había tenido la suerte de cruzarsela, pero había oído suficientes cuentos de miedo sobre ella para tener alguna que otra pesadilla o noche en vela esperando que no entrara por la puerta o la ventana, y que se comiera su corazón. Aun así, Oda siempre hablaba bien de ella y decía que ante todo velaba por la villa; aunque no negaba que lo hiciera con mano de hierro, simplemente, desviaba la conversación cuando se trataba ese tema.
Aquel voluminoso hombre, calló en mitad de toda la puerta, casi obstruyendo por completo su paso; por lo que tuvo que entrar con un paso lateral. Los ladridos continuaban, pero ahora el perro era más que visible; seguramente se trataba de un cachorro por su tamaño o a lo mejor la falta de alimento había hecho que el pobre no pudiera crecer más, pues la marca de sus huesos eran visibles en más de un lugar. Con paso lento, y agazapandose para parecer menos amenazadora, Ren avanzó hasta el extremo contrario al perro, llevárselo con aquella misma correa de allí.
— Vamos peque, hoy vas a comer como Dios manda. — añadió con una triste sonrisa bajo la lluvia.
Aquel voluminoso hombre, calló en mitad de toda la puerta, casi obstruyendo por completo su paso; por lo que tuvo que entrar con un paso lateral. Los ladridos continuaban, pero ahora el perro era más que visible; seguramente se trataba de un cachorro por su tamaño o a lo mejor la falta de alimento había hecho que el pobre no pudiera crecer más, pues la marca de sus huesos eran visibles en más de un lugar. Con paso lento, y agazapandose para parecer menos amenazadora, Ren avanzó hasta el extremo contrario al perro, llevárselo con aquella misma correa de allí.
— Vamos peque, hoy vas a comer como Dios manda. — añadió con una triste sonrisa bajo la lluvia.