23/03/2020, 23:58
(Última modificación: 24/03/2020, 00:02 por Sagiso Ranko. Editado 1 vez en total.)
"¿Casi…?"
—¿U-un… día?
Ranko se desinfló emocionalmente. Se hundió en la culpa.
"Oh. Cielos. He abandonado a Karamaru-san por más de un día, al parecer.Un día. ¿Estará bien? ¿Habrá tomado el siguiente vehículo a Gero? ¿Seguirá con la misión? ¿Estará enojado conmigo? ¿Enfadado? ¿Furioso? ¿Iracundo? ¡Espero me perdone cuando nos veamos!"
Los ánimos de Ranko cayeron en picada. Se estabilizaron con las primeras paradas, pues Hiromasa y Fudo no eran mala compañía, aunque sí hubo muchos silencios incómodos (por parte de Ranko, al menos). Tuvo suficiente tiempo para hacer algo de ejercicio para mantenerse relativamente activa. La noche pasó y, aunque a la Kusajin le costó un poco conciliar el sueño en movimiento, se despertó temprano y con ánimos de ver ya Gero.
Sin embargo, las luces naranjas del siguiente atardecer evidenciaban la creciente preocupación en el rostro de Ranko. Sentía que llevaban años en aquel carromato. El joven Amejin no salía de la cabeza de Ranko, y ella deseaba que él no terminara odiándola.
—S-si no es mucha molesta… ¿Cuánto… cuánto es… relativamente cerca —preguntó, temiendo una sentencia de 12 horas más.
—¿U-un… día?
Ranko se desinfló emocionalmente. Se hundió en la culpa.
"Oh. Cielos. He abandonado a Karamaru-san por más de un día, al parecer.Un día. ¿Estará bien? ¿Habrá tomado el siguiente vehículo a Gero? ¿Seguirá con la misión? ¿Estará enojado conmigo? ¿Enfadado? ¿Furioso? ¿Iracundo? ¡Espero me perdone cuando nos veamos!"
Los ánimos de Ranko cayeron en picada. Se estabilizaron con las primeras paradas, pues Hiromasa y Fudo no eran mala compañía, aunque sí hubo muchos silencios incómodos (por parte de Ranko, al menos). Tuvo suficiente tiempo para hacer algo de ejercicio para mantenerse relativamente activa. La noche pasó y, aunque a la Kusajin le costó un poco conciliar el sueño en movimiento, se despertó temprano y con ánimos de ver ya Gero.
Sin embargo, las luces naranjas del siguiente atardecer evidenciaban la creciente preocupación en el rostro de Ranko. Sentía que llevaban años en aquel carromato. El joven Amejin no salía de la cabeza de Ranko, y ella deseaba que él no terminara odiándola.
—S-si no es mucha molesta… ¿Cuánto… cuánto es… relativamente cerca —preguntó, temiendo una sentencia de 12 horas más.
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