24/03/2020, 22:01
El de rastas trató la puerta como su más fiel amante, pero ésta le devolvió una vida de posibles pasiones en forma de una torta en plena jeta con la mano abierta. Pero no solo con la mano abierta, si no que además podría decirse que hasta llevaba pegamento en ella, con trozos de cristal, chinchetas, y clavos. Quería joder —sí—, con creces quería joder.
*¡¡ÑIIIIIIiiiiiiiiiiIIIIIIIIICCCC!!*
La muy hija de mujer que vende su cuerpo por tiempo a hombres con pocos escrúpulos chirrió como si la vida le fuese en ello. Alertó al hombre que había tras ella, alertó a Etsu, a Daigo, a Akane, a la chica que había sobre su lomo, al chino que había cosechando arroz a varios kilómetros en un arrozal perdido, a su abuela, y a media Kusagakure.
¿Exagerado?
No, apenas.
El hombre teorizó en lo que los chicos entraban —ya que había sido expuestos— que la precaución al entrar podía ser por distintos motivos, pero ninguna de sus primeras hipótesis se acercaron a la realidad. Tenían cuidado por esas tantas trampas que habían en el pasillo, nadie les aseguraba que no hubiesen más. El tipo seguía manipulando cosas en ese laboratorio improvisado, y continuaba teorizando. Llegó a la conclusión incluso de que se quisiera matar al único superviviente...
«¿ÚNICO SUPERVIVIENTE?»
Pero el hombre no terminó de hablar aún, terminó aceptando que teniendo un arma tan poderosa "en su poder" nadie iba a querer eliminar a un superviviente. Llegó por fin a una conclusión, pese a que dejaba en otros muchas dudas. Los chicos estaban allí por un motivo que al parecer el hombre conocía, pero que no dejó a la luz. En vez de eso, dio a conocer su nombre.
Y su rostro.
Ninguno de los chicos pudo evitar quedar impactados ante el rostro del científico, pues lo que se dice normal, normal... pues como que no. No era un rostro común, de esos que te ves a alguien por la calle y lo saludas sin querer, confundiendolo con otra persona. No, a ese hombre ni su santa madre tendría la poca vergüenza de confundirlo con otra persona.
Daigo apresuró a preguntar por lo que para él cundía más importancia, el veneno. Razón no le faltaba, quizás el hombre supiese algo...
—Tsuchigumo, —llamó su atención ahora el de rastas —¿podrías explicarte un poco? Hemos encontrado a otra superviviente, no eres el único que ha sobrevivido. Pero no entendemos qué ha pasado ahí fuera, ni el porqué de éste... "laboratorio" lleno de trampas.
*¡¡ÑIIIIIIiiiiiiiiiiIIIIIIIIICCCC!!*
La muy hija de mujer que vende su cuerpo por tiempo a hombres con pocos escrúpulos chirrió como si la vida le fuese en ello. Alertó al hombre que había tras ella, alertó a Etsu, a Daigo, a Akane, a la chica que había sobre su lomo, al chino que había cosechando arroz a varios kilómetros en un arrozal perdido, a su abuela, y a media Kusagakure.
¿Exagerado?
No, apenas.
El hombre teorizó en lo que los chicos entraban —ya que había sido expuestos— que la precaución al entrar podía ser por distintos motivos, pero ninguna de sus primeras hipótesis se acercaron a la realidad. Tenían cuidado por esas tantas trampas que habían en el pasillo, nadie les aseguraba que no hubiesen más. El tipo seguía manipulando cosas en ese laboratorio improvisado, y continuaba teorizando. Llegó a la conclusión incluso de que se quisiera matar al único superviviente...
«¿ÚNICO SUPERVIVIENTE?»
Pero el hombre no terminó de hablar aún, terminó aceptando que teniendo un arma tan poderosa "en su poder" nadie iba a querer eliminar a un superviviente. Llegó por fin a una conclusión, pese a que dejaba en otros muchas dudas. Los chicos estaban allí por un motivo que al parecer el hombre conocía, pero que no dejó a la luz. En vez de eso, dio a conocer su nombre.
Y su rostro.
Ninguno de los chicos pudo evitar quedar impactados ante el rostro del científico, pues lo que se dice normal, normal... pues como que no. No era un rostro común, de esos que te ves a alguien por la calle y lo saludas sin querer, confundiendolo con otra persona. No, a ese hombre ni su santa madre tendría la poca vergüenza de confundirlo con otra persona.
Daigo apresuró a preguntar por lo que para él cundía más importancia, el veneno. Razón no le faltaba, quizás el hombre supiese algo...
—Tsuchigumo, —llamó su atención ahora el de rastas —¿podrías explicarte un poco? Hemos encontrado a otra superviviente, no eres el único que ha sobrevivido. Pero no entendemos qué ha pasado ahí fuera, ni el porqué de éste... "laboratorio" lleno de trampas.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~