26/03/2020, 04:48
— Diría que a medianoche. Minutos más, minutos menos.— respondió bastante despreocupado el hombre acostumbrado a pasar semanas por las carreteras de Oonindo. Pero razón no le faltaba, relativamente unas horas eran poco en comparación a más de un día sentado en el mismo pedazo de madera saltando al compás de las piedras del camino.
Con una Luna lejana y menguante poco se podía ver más allá de los faroles que acompañaban en la carreta, y por eso mismo, el leve destello que se vería a los lejos era suficiente para calmar cualquier cansancio que Ranko llevara encima.
— Ahí está, no se hizo tan largo al final, ¿no?— bromeó el conductor aliviándose él también porque llegar a Gero significaba que ya habían avanzado bastante en su recorrido. Después de todo la carreta ya llevaba mucha menos carga que con la que había partido.
Los caballos aminoraron la velocidad y se adentraron por una calle ancha en las luces del pueblo. Pocas casas humildes y espaciadas adornaban un ambiente verde lleno de flores apenas visibles en la oscuridad. Las calles de tierra estaban desiertas y solo se podía saber que allí vivía gente por los faroles que colgaban de algunos pocos hogares.
— Hasta acá llega nuestra misión, Sagiso Ranko.— se terminaron por detener en un espacio amplio con algunos puestos de mercado vacíos y un suelo irregular que denotaban el paso de la gente.
— Ya mucho no te podemos ayudar, no conocemos mucho del pueblo más que saber dónde queda.— el acompañante se irguió de hombros apenado de no poder ayudar más que en el viaje.
— Hay un pequeño hotel, si es que siquiera se puede llamar de esa manera, por aquel camino.— señaló con índice hacia el fondo de la oscuridad— Demasiado barro para los caballos, vas a tener que ir caminando, no deberías de tardar mucho en llegar. Al menos es un lugar por el que empezar, o pasar la noche. Que siempre es mejor trabajar de día.
Con una Luna lejana y menguante poco se podía ver más allá de los faroles que acompañaban en la carreta, y por eso mismo, el leve destello que se vería a los lejos era suficiente para calmar cualquier cansancio que Ranko llevara encima.
— Ahí está, no se hizo tan largo al final, ¿no?— bromeó el conductor aliviándose él también porque llegar a Gero significaba que ya habían avanzado bastante en su recorrido. Después de todo la carreta ya llevaba mucha menos carga que con la que había partido.
Los caballos aminoraron la velocidad y se adentraron por una calle ancha en las luces del pueblo. Pocas casas humildes y espaciadas adornaban un ambiente verde lleno de flores apenas visibles en la oscuridad. Las calles de tierra estaban desiertas y solo se podía saber que allí vivía gente por los faroles que colgaban de algunos pocos hogares.
— Hasta acá llega nuestra misión, Sagiso Ranko.— se terminaron por detener en un espacio amplio con algunos puestos de mercado vacíos y un suelo irregular que denotaban el paso de la gente.
— Ya mucho no te podemos ayudar, no conocemos mucho del pueblo más que saber dónde queda.— el acompañante se irguió de hombros apenado de no poder ayudar más que en el viaje.
— Hay un pequeño hotel, si es que siquiera se puede llamar de esa manera, por aquel camino.— señaló con índice hacia el fondo de la oscuridad— Demasiado barro para los caballos, vas a tener que ir caminando, no deberías de tardar mucho en llegar. Al menos es un lugar por el que empezar, o pasar la noche. Que siempre es mejor trabajar de día.
◘ Hablo ◘ Pienso ◘ Telepatía ◘