26/03/2020, 11:20
—Gracias, Reiji-san, pero es gracias a ti por haberme hecho semejante arma.
La habilidad del herrero siempre era importante a la hora de una verdadera pelea. Dos espadas podían ser iguales a simple vista, pero ahora de la verdad, cuando esas armas chocaban, la vencedora no solo dependía de la habilidad de su portador. Una espada mal forjada, por hábil que fuese el espadachín, se partiría enseguida.
Sonreí. Estaba orgulloso de mi mismo y de mi habilidad. Pero no era suficiente. Yo sería el mejor. Una leyenda. Ese era mi camino.
Volviendo a la pelea, ninguno eramos lo suficientemente fuertes para superar al otro, así que la pelirroja separó su arma de la mia, y volvió a arremeter, esta vez con un tajo horizontal.
Las lanzas eran, en manos de alguien tan rápido como Eri, uno de los peores enemigos a los que me podía enfrentar. Aunque la hoja es mas pequeña que la de una Katana, pero la empuñadura era mucho mas larga, lo que le proporcionaba una buena distancia pese a ser un arma cuerpo a cuerpo. Y en alguien que podía alejarse a buena velocidad de otro oponente cuerpo a cuerpo, era un arma letal.
Había hecho una sabía elección de arma, muy acorde a sus habilidades y entrenamiento. No pude más que volver a bloquear la hoja de la Naginata, por que si no, me partiría por la mitad. Ese filo era peligroso. Y tampoco podía quedarme quieto bloqueando, por que la espada de entrenamiento, no era tan resistente y acabaría por ceder y partirse.
Me aparte hacía detrás poniendo distancias entre ese filo y yo. ¿Pero como iba a enfrentarme a eso? Estaba claro que tenia que dar algún paso, al fin y al cabo la había retado yo. Que complicado...
Como siempre, se me pasaban locuras por la cabeza. Así que probé con lo primero que imaginé. Arroje la espada contra ella. Tendría que bloquearla o esquivarla, y ese seria el momento para acercarme corriendo hasta ella, y atacarla con una patada horizontal con la pierna izquierda.
La habilidad del herrero siempre era importante a la hora de una verdadera pelea. Dos espadas podían ser iguales a simple vista, pero ahora de la verdad, cuando esas armas chocaban, la vencedora no solo dependía de la habilidad de su portador. Una espada mal forjada, por hábil que fuese el espadachín, se partiría enseguida.
Sonreí. Estaba orgulloso de mi mismo y de mi habilidad. Pero no era suficiente. Yo sería el mejor. Una leyenda. Ese era mi camino.
Volviendo a la pelea, ninguno eramos lo suficientemente fuertes para superar al otro, así que la pelirroja separó su arma de la mia, y volvió a arremeter, esta vez con un tajo horizontal.
Las lanzas eran, en manos de alguien tan rápido como Eri, uno de los peores enemigos a los que me podía enfrentar. Aunque la hoja es mas pequeña que la de una Katana, pero la empuñadura era mucho mas larga, lo que le proporcionaba una buena distancia pese a ser un arma cuerpo a cuerpo. Y en alguien que podía alejarse a buena velocidad de otro oponente cuerpo a cuerpo, era un arma letal.
Había hecho una sabía elección de arma, muy acorde a sus habilidades y entrenamiento. No pude más que volver a bloquear la hoja de la Naginata, por que si no, me partiría por la mitad. Ese filo era peligroso. Y tampoco podía quedarme quieto bloqueando, por que la espada de entrenamiento, no era tan resistente y acabaría por ceder y partirse.
Me aparte hacía detrás poniendo distancias entre ese filo y yo. ¿Pero como iba a enfrentarme a eso? Estaba claro que tenia que dar algún paso, al fin y al cabo la había retado yo. Que complicado...
Como siempre, se me pasaban locuras por la cabeza. Así que probé con lo primero que imaginé. Arroje la espada contra ella. Tendría que bloquearla o esquivarla, y ese seria el momento para acercarme corriendo hasta ella, y atacarla con una patada horizontal con la pierna izquierda.