26/03/2020, 18:54
—Oh, por supuesto, chico verde. Cuando quieras —Kuumi le guiñó un ojo a Daigo, sonriendo a través de su cansancio, luego se dirigió a su hermana, quien le estaba colocando las esposas para atarle las manos a la espalda —. ¡Auch! ¡Cuidado! Y sí. Mira, ¿Si has notado que mamá…? Bueno, ¿Sabes por qué ella insiste en conseguirte misiones personalmente?
El corazón de Ranko se detuvo momentáneamente.
"¿Qué?"
Suponía que era porque su madre la había entrenado. Sagisō Komachi había pasado todo su conocimiento (en medida de lo posible) a su hija. Tenía sentido que ella fungiera como su sensei. ¿No?
Kuumi arrugó el entrecejo bajo el maquillaje.
—Odio decirte esto, Ran-chan, pero… Creo que ella no quiere que te arriesgues aún.
En silencio, y con cuidado, Ranko haría caminar a Kuumi hasta salir, donde ambos grupos se encontrarían de nuevo.
Nubu, aún con algo de miedo a ver a Kuumi, mostró una honesta y emocionada sonrisa al ser proclamado el rescatista de Sasayami.
—¡Qué genial es ser un ninja! ¡Ya quisiera ser uno y rescatar a muchas personas más! —Lo que Nubu no dijo fue que, a pesar de que su idea inicial era lanzarse, atacar con shuriken o jutsu y vencer a todos, el estar cerca del "peligro" le había imbuido de un cierto temor a la pelea y a los "villanos". El ruido breve, pero intenso, de la batalla reciente había ayudado a ello.
De vuelta a la casa de los Yodō, encontrarían a tres personas tomando té: Naohiko, Furie y Komachi. Al ver a su hija, Naohiko recordaría su papel y se levantaría para recibir a Sasayami con un fuerte abrazo.
—¡Ooooh! ¡Gracias a los Dioses! ¡Y gracias a Nubu-chan por rescatar a mi Sasayami-chan! —lloraría con voz sobreactuada.
Sasayami se enfurruñaría al ser recibida en los brazos de su madre. Handa Furie aplaudiría, sonriente, y Sagisō Komachi bebería de su té, satisfecha, antes de ponerse en pie.
—Excelente trabajo, Nubu-chan, Ran-chan, Daigo-kun, Kazuma-kun.
—Gracias. —Ranko, extrañamente silenciosa, seguiría sosteniendo a Kuumi. No sabía cómo sentirse.
Nubu, por otro lado había entrado dando saltos y saltos de alegría. ¡Se sentía todo un shinobi!
El corazón de Ranko se detuvo momentáneamente.
"¿Qué?"
Suponía que era porque su madre la había entrenado. Sagisō Komachi había pasado todo su conocimiento (en medida de lo posible) a su hija. Tenía sentido que ella fungiera como su sensei. ¿No?
Kuumi arrugó el entrecejo bajo el maquillaje.
—Odio decirte esto, Ran-chan, pero… Creo que ella no quiere que te arriesgues aún.
En silencio, y con cuidado, Ranko haría caminar a Kuumi hasta salir, donde ambos grupos se encontrarían de nuevo.
Nubu, aún con algo de miedo a ver a Kuumi, mostró una honesta y emocionada sonrisa al ser proclamado el rescatista de Sasayami.
—¡Qué genial es ser un ninja! ¡Ya quisiera ser uno y rescatar a muchas personas más! —Lo que Nubu no dijo fue que, a pesar de que su idea inicial era lanzarse, atacar con shuriken o jutsu y vencer a todos, el estar cerca del "peligro" le había imbuido de un cierto temor a la pelea y a los "villanos". El ruido breve, pero intenso, de la batalla reciente había ayudado a ello.
De vuelta a la casa de los Yodō, encontrarían a tres personas tomando té: Naohiko, Furie y Komachi. Al ver a su hija, Naohiko recordaría su papel y se levantaría para recibir a Sasayami con un fuerte abrazo.
—¡Ooooh! ¡Gracias a los Dioses! ¡Y gracias a Nubu-chan por rescatar a mi Sasayami-chan! —lloraría con voz sobreactuada.
Sasayami se enfurruñaría al ser recibida en los brazos de su madre. Handa Furie aplaudiría, sonriente, y Sagisō Komachi bebería de su té, satisfecha, antes de ponerse en pie.
—Excelente trabajo, Nubu-chan, Ran-chan, Daigo-kun, Kazuma-kun.
—Gracias. —Ranko, extrañamente silenciosa, seguiría sosteniendo a Kuumi. No sabía cómo sentirse.
Nubu, por otro lado había entrado dando saltos y saltos de alegría. ¡Se sentía todo un shinobi!
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