22/12/2015, 02:12
Yumiko exhaló un chillido de terror, se llevó las manos a la boca y negó con la cabeza, horrorizada, como si no quisiese creerse lo que acababa de oír. Su marido, por otra parte, balbuceó tres o cuatro palabras ininteligibles, aturdido, para finalmente cerrar la boca. Takato, a su vez, había abierto la boca y alzado las cejas, permaneciendo con aquel gesto durante tanto tiempo que dio la impresión de haber quedado petrificado.
Arashi parecía el único que no había sido afectado por la noticia. Deslizaba en círculos la punta de su dedo índice alrededor del borde de la copa, a la cual miraba embobado, como una doncella miraría a una joya que no pudiese permitirse.
—¿Pero cómo iban a…? —preguntó temblorosa Yumiko, cuyo carácter parecía haberse desvanecido por completo—. ¿Estás segura de qué…?
—¡Sí! —bramó de forma aguda Aiko, con los ojos anegados en lágrimas—. Tenía el perro fuera y pensé que… pensé que… —la voz se le quebró y no pudo reprimir por más tiempo el llanto. Yumiko corrió a abrazarla. Trató de tranquilizarla, pero Aiko quiso seguir: —. Pensé qué igual se le había escapado —continuó balbuceando Aiko, entre sollozos, con la cara enterrada en el hombro de su amiga—. Cuando fui a su casa a advertirle la puerta estaba forzada y él… él… ¡Es horrible! —chilló, levantando la cabeza para mirarla a los ojos—. ¿Quién ha podido hacer algo así?
La pregunta quedó suspendida en el aire, sin respuesta, hasta que una nueva voz irrumpió en la posada.
- Este... ¿Van a necesitar ayuda con eso...?
Todos se quedaron mirándola menos Arashi, que aun así puso fin a su desidia, aunque sólo fuese por el hecho de que se le había caído la copa al suelo, rompiéndose en mil pedazos. A nadie pareció importarle lo más mínimo. No en una situación como aquella.
Yoshi carraspeó y tomó la palabra.
—Disculpa... pero no veo el modo en que una muchacha de su edad pudiese ayudar en un caso como este.
Su esposa le fulminó con la mirada.
—¿¡Pero no ves su bandana, burro?! —exclamó exasperada, recobrando su carácter perdido—. ¡Es una kunoichi!
—¡Ah! —exclamó sorprendido, abriendo la boca—. ¡Oh…! —volvió a exclamar, mirando nuevamente a Noemi—. En ese caso supongo que sí. Por supuesto que sí, vaya.
—Te lo agradecemos mucho —añadió Yumiko, juntando ambas palmas de las manos y haciendo una pequeña reverencia—. Es toda una suerte tener a un ninja en estos… —Yumiko se quedó a medio camino de terminar la frase, como si no supiese muy bien como seguir. Al final, sacudió la cabeza y miró a su marido, dejando la frase inconclusa—. Yoshi —le llamó—, quizá podrías acompañarla a la casa de Ryoma —le sugirió, en un tono que parecía más bien una orden.
Orden o sugerencia, cobró el mismo efecto en su marido. Para Yoshi, poca diferencia había entre aquellos dos términos cuando procedían de Yumiko.
—¡Claro! —exclamó—. ¿Desearía acompañarme, kunoichi-san? —caminó hasta salir de detrás la barra y entonces se detuvo, mirando a Noemi de arriba abajo como un padre miraría a su hija cuando ésta se va de casa en una noche con tormenta—. ¿Quieres que te preste una chaqueta? Me parece que a estas horas va a refrescar ahí fuera.
Mientras tanto, Aiko había vuelto a enterrar la cabeza bajo el abrazo de Yumiko y sollozaba en silencio, a la vez que Takato había logrado cerrar la boca y se encontraba de pie, apoyado en su bastón y sin saber muy bien dónde meterse o qué decir. Arashi, a su vez, lanzaba miradas furtivas a Noemi, con los ojos ocultos bajo su pelo sucio y enmarañado.
*** *** ***
La nieve parecía afanarse en entrar por cada rinconcito que Datsue no era capaz de cubrir con la túnica, empapándole por dentro. El Uchiha trataba de protegerse del viento, mirando hacia el lado contrario del viento, que soplaba más fuerte que nunca, y tapándose como podía con la capucha. Un reguero de mocos bajaba de su nariz y tenía los labios cortados por el frío. Para empeorarlo todo, hacía tiempo que había dejado de sentir los dedos de los pies y le costaba un mundo abrir o cerrar las manos.
Sin embargo, no todo estaba perdido. A lo lejos, unas luces brillaban entre la tormenta. Las luces de un hogar. Tenían que ser las luces de un hogar...