29/03/2020, 23:02
(Última modificación: 29/03/2020, 23:02 por Inuzuka Etsu.)
El hombre no tardó en reconocerlos como shinobis de Kusa, y tampoco le llevó demasiado tiempo averiguar que no estaban allí por una misión, si no por mera casualidad. Para bien o para mal, no tenían ni idea de lo que se cocía en aquel sitio.
Sin demora, el hombre se acercó hasta Daigo para examinarlo, con ese tan singular ojo que casi parecía que se le fuese a caer de la cuenca. Tras un instante, afirmó que no era mortal, pero que era muy extraño que no se estuviese retorciendo como una lombriz. Sin duda Daigo estaba aguantando el tipo, ya fuese por la niña o por no mostrar debilidad ante Etsu. Fuese como fuese, su estoicismo era digno de elogio.
El de rastas llamó la atención del ojo-loco con sus palabras, sobre todo con eso que el científico había dado casi por imposible. Un superviviente era para el hombre algo inimaginable, pues la criatura a la que habían denominado demonio tenía una fuerza demencial. Al parecer, arriba, donde ahora yacía tan solo ceniza, antes había un pequeño poblado. Etsu no pudo ocultar la sorpresa, pues arriba apenas quedaba siquiera pasto quemado...
«¿E-En serio...? ¡No puede ser!»
Pero no detuvo las palabras del científico, éste terminó por explicar cómo era esa criatura, y por lo que contaba casi parecía un ser sacado de un dibujo de un niño de 3 años. Habían pillado la cabeza de un animal, el cuerpo de otro, la cola de otro, y las manos de otro... parecía un puzle mal encajado, de esos que terminas con un martillo porque ya no queda tiempo.
—Y... ¿qué se supone que estás experimentando o estudiando aquí en un bunker capaz de aguantar lo que ha sucedido arriba? Jamás hubiese imaginado que ahí arriba hubiese un poblado...
Sin demora, el hombre se acercó hasta Daigo para examinarlo, con ese tan singular ojo que casi parecía que se le fuese a caer de la cuenca. Tras un instante, afirmó que no era mortal, pero que era muy extraño que no se estuviese retorciendo como una lombriz. Sin duda Daigo estaba aguantando el tipo, ya fuese por la niña o por no mostrar debilidad ante Etsu. Fuese como fuese, su estoicismo era digno de elogio.
El de rastas llamó la atención del ojo-loco con sus palabras, sobre todo con eso que el científico había dado casi por imposible. Un superviviente era para el hombre algo inimaginable, pues la criatura a la que habían denominado demonio tenía una fuerza demencial. Al parecer, arriba, donde ahora yacía tan solo ceniza, antes había un pequeño poblado. Etsu no pudo ocultar la sorpresa, pues arriba apenas quedaba siquiera pasto quemado...
«¿E-En serio...? ¡No puede ser!»
Pero no detuvo las palabras del científico, éste terminó por explicar cómo era esa criatura, y por lo que contaba casi parecía un ser sacado de un dibujo de un niño de 3 años. Habían pillado la cabeza de un animal, el cuerpo de otro, la cola de otro, y las manos de otro... parecía un puzle mal encajado, de esos que terminas con un martillo porque ya no queda tiempo.
—Y... ¿qué se supone que estás experimentando o estudiando aquí en un bunker capaz de aguantar lo que ha sucedido arriba? Jamás hubiese imaginado que ahí arriba hubiese un poblado...
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~