30/03/2020, 03:23
—Sí, claro, Hanamura Kazuma —La pelirroja recordaba los comentarios que alguna vez había hecho su padre sobre “el niño de Hanamura”, aquellos que Ranko también había recordado en su primer encuentro con el peliblanco. Rápidamente, la chica intentó ocultar el énfasis que había puesto en el apellido del espadachín —. Soy Kuumi. Ranko es mi hermana. Ahm… espera ¿una historia? Madre, ¿no estarás…?
El clic de las esposas al liberar a la chica la interrumpió, y fue seguido de la risa de Komachi.
—¡Claro que lo estoy! —Su expresión se tornó de orgullo absoluto, como si fuese a contar la más épica de las historias —. Verán, Kazuma-kun, Daigo-kun: hace mucho tiempo, antes incluso de que Ran-chan y Kuu-chan nacieran, estuve en una misión en el País del Agua. Teníamos que extraer a un rehén muy importante, mas apenas lo habíamos sacado, fuimos detectados.
»Comenzó la persecución, y aunque ganamos terreno, no podíamos perderlos. Me di cuenta de que solamente había una forma de quitárnoslos de encima: pelear, enfrentarlos momentáneamente para segurar el escape del rehén. Así que di la vuelta y utilicé una técnica muy arriesgada, pero devastadora, y logré acabar con ellos. Hubo repercusiones, pues la misión no era deshacernos de esa gente, pero… se cumplió el rescate y la protección de aquel objetivo, así que valió la pena.
"Su protección…" pensó Ranko. Sintió una mano en el hombro y volteó a su lado. Daigo, sin decir una palabra, le transmitía una enorme calma. Un "todo estará bien" silencioso. Si bien la lucha al lado del boxeador había sido efímera, sentía que podría dar pie a una larga amistad y muchas peleas y entrenamiento. Ranko le sonrió con sinceridad.
Su madre continuó.
—Dicha técnica lleva cuerpo al límite, y le añadí un truco propio donde exploto mi cuerpo para dar mucho más: consumir un brazo para dar el puñetazo más potente que hayan visto —La sonrisa de Komachi se ensanchó a más no poder. Agradecía no tener su pipa entre labios —. Desafortunadamente no puedo hacerles una demostración, jo jo~ Y, para su información, Ran-chan tendrá tal herramienta a su alcance pronto. ¡Cuídense de ella! ¡Jo jo j…!
—Madre. —El rostro de Ranko denotaba decisión, y una firmeza penosa.
—¿Ran-chan? ¿Estás bien?
—No del todo —Kuumi se mordió el labio en lo que su hermana hablaba con su queda voz —. Quisiera… Qui-quisiera hablar contigo. E-en casa.
La sonrisa de Komachi desapareció, pero regresó al cabo de unos instantes.
—Por supuesto, cariño. Aunque hay que entregar nuestro reporte primero, ¿Les parece, chicos?
—Lo siento. —susurraría la de la trenza a sus compañeros.
Después de entregar el reporte de la misión, los genin serían libres de partir. Ranko se despediría de sus amigos y, más pensativa y seria que nunca, regresaría a casa con su madre y su hermana para luego tener una larga conversación que incluiría a una tal Hana Sora y la propuesta de cambiar de equipo.
El clic de las esposas al liberar a la chica la interrumpió, y fue seguido de la risa de Komachi.
—¡Claro que lo estoy! —Su expresión se tornó de orgullo absoluto, como si fuese a contar la más épica de las historias —. Verán, Kazuma-kun, Daigo-kun: hace mucho tiempo, antes incluso de que Ran-chan y Kuu-chan nacieran, estuve en una misión en el País del Agua. Teníamos que extraer a un rehén muy importante, mas apenas lo habíamos sacado, fuimos detectados.
»Comenzó la persecución, y aunque ganamos terreno, no podíamos perderlos. Me di cuenta de que solamente había una forma de quitárnoslos de encima: pelear, enfrentarlos momentáneamente para segurar el escape del rehén. Así que di la vuelta y utilicé una técnica muy arriesgada, pero devastadora, y logré acabar con ellos. Hubo repercusiones, pues la misión no era deshacernos de esa gente, pero… se cumplió el rescate y la protección de aquel objetivo, así que valió la pena.
"Su protección…" pensó Ranko. Sintió una mano en el hombro y volteó a su lado. Daigo, sin decir una palabra, le transmitía una enorme calma. Un "todo estará bien" silencioso. Si bien la lucha al lado del boxeador había sido efímera, sentía que podría dar pie a una larga amistad y muchas peleas y entrenamiento. Ranko le sonrió con sinceridad.
Su madre continuó.
—Dicha técnica lleva cuerpo al límite, y le añadí un truco propio donde exploto mi cuerpo para dar mucho más: consumir un brazo para dar el puñetazo más potente que hayan visto —La sonrisa de Komachi se ensanchó a más no poder. Agradecía no tener su pipa entre labios —. Desafortunadamente no puedo hacerles una demostración, jo jo~ Y, para su información, Ran-chan tendrá tal herramienta a su alcance pronto. ¡Cuídense de ella! ¡Jo jo j…!
—Madre. —El rostro de Ranko denotaba decisión, y una firmeza penosa.
—¿Ran-chan? ¿Estás bien?
—No del todo —Kuumi se mordió el labio en lo que su hermana hablaba con su queda voz —. Quisiera… Qui-quisiera hablar contigo. E-en casa.
La sonrisa de Komachi desapareció, pero regresó al cabo de unos instantes.
—Por supuesto, cariño. Aunque hay que entregar nuestro reporte primero, ¿Les parece, chicos?
—Lo siento. —susurraría la de la trenza a sus compañeros.
Después de entregar el reporte de la misión, los genin serían libres de partir. Ranko se despediría de sus amigos y, más pensativa y seria que nunca, regresaría a casa con su madre y su hermana para luego tener una larga conversación que incluiría a una tal Hana Sora y la propuesta de cambiar de equipo.
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