4/04/2020, 21:47
(Última modificación: 4/04/2020, 21:49 por Taka Kisame. Editado 1 vez en total.)
Cuando uno de los Kisames recibió el corte del kunai, este se multiplicó de nuevo. Era evidente que cuando recibían daño multiplicaban su número y, llegado a este punto, este era tan grande que empezaban a ocupar gran parte de la arena de combate. Una vez Tsubaki salió del círculo que le arrinconaba, los Kisame siguieron caminando hacia él lentamente, intentando dejarle acorralado al borde de la zona donde se debía pelear. Estaba complétamente seguro de que dada su reacción y viendo su comportamiento, no tendría el suficiente intelecto como para identificar su técnica como una ilusión. Eso le tranquilizaba, ahora tenía el combate justo donde pretendía. Su rival estaba nervioso y él tenía el control temporalmente de la situación.
Continuando su inexpresividad y totalmente perdido entre la maraña de copias que avanzaban despacio hacia él, el amejin sabía que su rival no tardaría en intentar atacar al bulto, retirarse o hacer cualquier maniobra desesperada. Solo debía ser paciente para que eso ocurriera pero tampoco podía confiarse. Mantener su ventaja como un secreto que confundía era su carta principal en este combate y aunque quien tenía en frente no fuera lo suficientemente inteligente como para darse cuenta de qué estaba pasando, subestimar a alguien que puede utilizar técnicas que jamás había visto no era lo correcto nunca. No haría ningún movimiento ofensivo. De momento aquella nube de polvo le había servido para culminar su encierro sobre el kuseño. Ahora solo quedaba ver su reacción.
Continuando su inexpresividad y totalmente perdido entre la maraña de copias que avanzaban despacio hacia él, el amejin sabía que su rival no tardaría en intentar atacar al bulto, retirarse o hacer cualquier maniobra desesperada. Solo debía ser paciente para que eso ocurriera pero tampoco podía confiarse. Mantener su ventaja como un secreto que confundía era su carta principal en este combate y aunque quien tenía en frente no fuera lo suficientemente inteligente como para darse cuenta de qué estaba pasando, subestimar a alguien que puede utilizar técnicas que jamás había visto no era lo correcto nunca. No haría ningún movimiento ofensivo. De momento aquella nube de polvo le había servido para culminar su encierro sobre el kuseño. Ahora solo quedaba ver su reacción.