6/04/2020, 21:44
El genin apenas logró tomar la bomba sonora en su puño pero no le daría tiempo a lanzarla pues Eri rápidamente hizo un sello con la zurda. "Again." Una vez más se fue tras su espalda, pero en vez de patada esta vez fueron dos sendos cadenazos en la espalda.
—¡Aghaa!— Dejó escapar apenas el aire sin poder gritar con más fuerza.
"¡NonononononononononononNO!" Y entonces buscó en su memoria, no por una estrategia, sino por un camino. Algo que le dijera que podía seguir. Estaba perdido. ¿Estaba perdido? Buscó. Este era de esos momentos cuando alguna frase inspiradora de alguien pudiera aconsejarle para sacarle de ese aprieto sonase dentro de su cabeza y en un segundo ocurriese un milagro de fe. ¿Pero realmente existía una persona que le haya dado alguna luz importante en su vida? Kurozuchi, Ayame, Daigo, Daruu, Ranko, su abuelo Shishio. ¿Alguien? ¿Nada?
"Oh Really?"
¿En su último de lucidez lo único que recordaba era las veces que quisieron pisotear su orgullo? Ciertamente, no recordaba demasiadas palabras de ánimo, por no decir, ninguna. Cuando caía, había caído sólo y con nada más que su dignidad para levantarse. ¿Pero de qué iba a servir caer ahora en la primera ronda? Cuando finalmente había tenido la oportunidad de salir a lucirse entre un gran público. ¿Caería? No. No podía.
Aunque fuese sólo para llevarle la contraria a aquellos que nunca habían tenido fé en él, no iba a rendirse en ese instante. Una última audacia, maquinación a mil por hora. Había repetido su táctica inicial de irse y atacar por la espalda. El carnero fue la izquierda, el arma la sujetaba con la derecha. Rōga tiró su cuerpo a la izquierda, el filo pasó de largo cortándole el brazo sin clavarse y en reacción lágrimas brotaron de sus ojos en un reflejo de su cuerpo que le suplicaba cesase el castigo. Caería sobre su hombro izquierdo, pero ya no lloró más, rodó quedando panza boca abajo. Un último brillo, un último aliento. Su cuello se giró alzando la vista para ver a Eri y clavar la mirada una vez más en ella. No jadeaba, respiraba profundo, como si nunca hubiese estado cansado en un principio. No sonreía, no enseñaba los dientes. Simplemente, estaba calmo, la mirada estaba calma. Sujetaba con fuerza aún el artilugio en su puño derecho, el el músculo tensado para actuar al más mínimo movimiento. El llanto congelado en su rostro con las gotas de líquido salino que se resbalaban por sus cachetes.
Estaba prácticamente tirado en el suelo, herido, pero la calma inquietante que irridiaba se había intensificado aún más, una calma antes de tempestad. Su expresión decía una única cosa: "Atrévete a rematarme". No necesitaba las palabras, pero aquel desafío no iba en vano. Sus ojos buscaban realmente amedrentar a su oponente. ¿Ella temería de una bestia herida en el piso? Dicen por ahí, que las fieras heridas son las más peligrosas. No estaría derrotado hasta que el brillo de sus ojos despareciese.
¿Valía la pena sacrificar tanto por un torneo? ¿Por la aprobación de unos cuantos? ¿Por el deleite de los feudales? ¿Por lucirse ante Yui? ¿Por poner en alto el nombre de Amegakure? ¿Para hacerse de fama? No, él no estaba haciendo aquello por algo tan estúpido como aquello.. Era por él y por nadie más. Para sí mismo, para demostrarse que tenía la razón. Nadie, nadie en ese sitio anhelaba la victoria más que él. Estaba hartísimo de que le menospreciaran, de que creyesen que podían regodearse en su cara. ¿Ni siquiera iba a poder ganar en una primera ronda? No, no podía dejar las cosas así. No podía. Por que si no todo lo que siempre había hablado hubiese sido una mentira, falsa vanidad, y le daría la razón a aquellos que le desdeñaron.
No podía, no podía. Lobo era honesto.
PV–
CK–
Daños causados:
Accciones Ocultas:
—¡Aghaa!— Dejó escapar apenas el aire sin poder gritar con más fuerza.
"¡NonononononononononononNO!" Y entonces buscó en su memoria, no por una estrategia, sino por un camino. Algo que le dijera que podía seguir. Estaba perdido. ¿Estaba perdido? Buscó. Este era de esos momentos cuando alguna frase inspiradora de alguien pudiera aconsejarle para sacarle de ese aprieto sonase dentro de su cabeza y en un segundo ocurriese un milagro de fe. ¿Pero realmente existía una persona que le haya dado alguna luz importante en su vida? Kurozuchi, Ayame, Daigo, Daruu, Ranko, su abuelo Shishio. ¿Alguien? ¿Nada?
No te tengas en tan alta estima, King Rōga
Podrías haber tenido un futuro brillante, no me cabe duda, pero en este mundo basta una mala decisión, un simple error; un mira los huevos grandes que tengo para desechar ese futuro a la basura. Hay que saber bien cuándo ser gallardo, y cuándo no.
Podrías haber tenido un futuro brillante, no me cabe duda, pero en este mundo basta una mala decisión, un simple error; un mira los huevos grandes que tengo para desechar ese futuro a la basura. Hay que saber bien cuándo ser gallardo, y cuándo no.
"Oh Really?"
¿En su último de lucidez lo único que recordaba era las veces que quisieron pisotear su orgullo? Ciertamente, no recordaba demasiadas palabras de ánimo, por no decir, ninguna. Cuando caía, había caído sólo y con nada más que su dignidad para levantarse. ¿Pero de qué iba a servir caer ahora en la primera ronda? Cuando finalmente había tenido la oportunidad de salir a lucirse entre un gran público. ¿Caería? No. No podía.
Aunque fuese sólo para llevarle la contraria a aquellos que nunca habían tenido fé en él, no iba a rendirse en ese instante. Una última audacia, maquinación a mil por hora. Había repetido su táctica inicial de irse y atacar por la espalda. El carnero fue la izquierda, el arma la sujetaba con la derecha. Rōga tiró su cuerpo a la izquierda, el filo pasó de largo cortándole el brazo sin clavarse y en reacción lágrimas brotaron de sus ojos en un reflejo de su cuerpo que le suplicaba cesase el castigo. Caería sobre su hombro izquierdo, pero ya no lloró más, rodó quedando panza boca abajo. Un último brillo, un último aliento. Su cuello se giró alzando la vista para ver a Eri y clavar la mirada una vez más en ella. No jadeaba, respiraba profundo, como si nunca hubiese estado cansado en un principio. No sonreía, no enseñaba los dientes. Simplemente, estaba calmo, la mirada estaba calma. Sujetaba con fuerza aún el artilugio en su puño derecho, el el músculo tensado para actuar al más mínimo movimiento. El llanto congelado en su rostro con las gotas de líquido salino que se resbalaban por sus cachetes.
Estaba prácticamente tirado en el suelo, herido, pero la calma inquietante que irridiaba se había intensificado aún más, una calma antes de tempestad. Su expresión decía una única cosa: "Atrévete a rematarme". No necesitaba las palabras, pero aquel desafío no iba en vano. Sus ojos buscaban realmente amedrentar a su oponente. ¿Ella temería de una bestia herida en el piso? Dicen por ahí, que las fieras heridas son las más peligrosas. No estaría derrotado hasta que el brillo de sus ojos despareciese.
¿Valía la pena sacrificar tanto por un torneo? ¿Por la aprobación de unos cuantos? ¿Por el deleite de los feudales? ¿Por lucirse ante Yui? ¿Por poner en alto el nombre de Amegakure? ¿Para hacerse de fama? No, él no estaba haciendo aquello por algo tan estúpido como aquello.. Era por él y por nadie más. Para sí mismo, para demostrarse que tenía la razón. Nadie, nadie en ese sitio anhelaba la victoria más que él. Estaba hartísimo de que le menospreciaran, de que creyesen que podían regodearse en su cara. ¿Ni siquiera iba a poder ganar en una primera ronda? No, no podía dejar las cosas así. No podía. Por que si no todo lo que siempre había hablado hubiese sido una mentira, falsa vanidad, y le daría la razón a aquellos que le desdeñaron.
No podía, no podía. Lobo era honesto.
Estado de Rōga
PV
7/225
-75
–CK
34/225
+20
–Daños causados:
Accciones Ocultas: