7/04/2020, 10:13
El olor del pequeño local comenzó a subir por las escaleras, atravesando también los huecos del techo y las paredes; y la genin no tardó en bajar con su pijama rosado. Lo estaba empezando a usar desde hace poco, se lo regalo quien consideraba su hermana y a la que le estaba cogiendo un gran aprecio. Oda no sabía ni que pensar; tenía un gran arcoiris y era excesivamente cantoso, no le pegaba ni con cola a Ren, pero se limitó a seguir con su desayuno oriental al que estaba acostumbrado.
— Bueno, ya que estás levantada; esto llego hace un rato mientras dormias — el cocinero se agazapó ligeramente, y pareció coger algo de detras de la barra para ponerlo junto a la tostada que le quedaba a Ren en el plato; era un pergamino con una gran D.
— ¡Oooh! ¡Mhe fhuelfo a hofrah mifion! — abrió el papiro para examinar el contenido sin perder el pan de la boca.
— ¿Quieres dejar de hablar con la boca llena?... — suspiro angustiado, por más que se lo repetía no conseguía quitarle esa manía.
Tras acabar de comer; corrió como alma que llevaba el diablo a su habitación. Volvió a dejarla desordenada, si es que en algún momento de su vida aquella habitación había conocido lo que era el orden, con distintas piezas de ropa por el suelo y la cama. Bajo las escaleras con aquel curioso daisho en el que portaba una wakizashi y un bokken a su vez, aferrado con correas de cuero negras bajo su ropa. Los pantalones oscuros y anchos que solían usar todos los ninjas así como las sandalias. Su ropa interior deportiva; una camisa de mangas largas negra con una sudadera blanco roto de mangas cortas y capucha encima.
Antes de salir, se despidió de Oda y Nanashi, y los pocos clientes que estaban a primera hora de la mañana también lo hicieron; había trabajado durante mucho tiempo en el local y para los habituales era una chica más que conocida. Marchó con un paraguas rojo; era el que utilizaba desde hace un tiempo pese a que prefería las tonalidades frías, pero inconscientemente se adueño de este.
La misión estaba ubicada en la biblioteca de Amegakure; no un lugar que soliera visitar demasiado pero no fue un problema para encontrarlo. Dentro del papiro había un pequeño mapa que le sirvió de guía, aunque se dio cuenta de que no lo necesitaba cuando comenzó a ver la fachada en la lejanía; a lo largo de su vida, había pasado varias veces por delante de aquel edificio tan característico, pero no sabía que se trataba de una biblioteca.
Como era habitual a primera hora, había poca gente por las calles, puede que no fuera el concurrido distrito comercial tan abarrotado pero era lo normal tan temprano. La misión denotaba la presencia de al menos dos personas para aquella tarea; algo más cerca del edificio, pudo observar a un joven postrado al lado de la entrada con una bandana alrededor de su cuello. Ren entonces desvió un poco su paso, dirigiéndolo hasta él.
— Hola, me llamo Ren ¿también estás aquí por una misión? — dijo algo nerviosa.
No se le daba bien entablar conversaciones, ni seguirlas, ni iniciarlas, ni acabarlas; nada. Pero tampoco era plan de quedarse de pie con cara de tonta.
— Bueno, ya que estás levantada; esto llego hace un rato mientras dormias — el cocinero se agazapó ligeramente, y pareció coger algo de detras de la barra para ponerlo junto a la tostada que le quedaba a Ren en el plato; era un pergamino con una gran D.
— ¡Oooh! ¡Mhe fhuelfo a hofrah mifion! — abrió el papiro para examinar el contenido sin perder el pan de la boca.
— ¿Quieres dejar de hablar con la boca llena?... — suspiro angustiado, por más que se lo repetía no conseguía quitarle esa manía.
Tras acabar de comer; corrió como alma que llevaba el diablo a su habitación. Volvió a dejarla desordenada, si es que en algún momento de su vida aquella habitación había conocido lo que era el orden, con distintas piezas de ropa por el suelo y la cama. Bajo las escaleras con aquel curioso daisho en el que portaba una wakizashi y un bokken a su vez, aferrado con correas de cuero negras bajo su ropa. Los pantalones oscuros y anchos que solían usar todos los ninjas así como las sandalias. Su ropa interior deportiva; una camisa de mangas largas negra con una sudadera blanco roto de mangas cortas y capucha encima.
Antes de salir, se despidió de Oda y Nanashi, y los pocos clientes que estaban a primera hora de la mañana también lo hicieron; había trabajado durante mucho tiempo en el local y para los habituales era una chica más que conocida. Marchó con un paraguas rojo; era el que utilizaba desde hace un tiempo pese a que prefería las tonalidades frías, pero inconscientemente se adueño de este.
La misión estaba ubicada en la biblioteca de Amegakure; no un lugar que soliera visitar demasiado pero no fue un problema para encontrarlo. Dentro del papiro había un pequeño mapa que le sirvió de guía, aunque se dio cuenta de que no lo necesitaba cuando comenzó a ver la fachada en la lejanía; a lo largo de su vida, había pasado varias veces por delante de aquel edificio tan característico, pero no sabía que se trataba de una biblioteca.
Como era habitual a primera hora, había poca gente por las calles, puede que no fuera el concurrido distrito comercial tan abarrotado pero era lo normal tan temprano. La misión denotaba la presencia de al menos dos personas para aquella tarea; algo más cerca del edificio, pudo observar a un joven postrado al lado de la entrada con una bandana alrededor de su cuello. Ren entonces desvió un poco su paso, dirigiéndolo hasta él.
— Hola, me llamo Ren ¿también estás aquí por una misión? — dijo algo nerviosa.
No se le daba bien entablar conversaciones, ni seguirlas, ni iniciarlas, ni acabarlas; nada. Pero tampoco era plan de quedarse de pie con cara de tonta.