8/04/2020, 15:43
(Última modificación: 8/04/2020, 16:04 por Taka Kisame. Editado 1 vez en total.)
El chico se quedó totalmente inmóvil sin saber que hacer. El grupo de pelinegros se le acercaba peligrosamente y consiguió acorralarle contra el límite de la arena. Él mismo se encontraba lo suficientemente mezclado entre las copias como para que no se le viera nada mas allá de su cara. Se puso totalmente detrás de una de ellas, tapando su ángulo de visión para que no le viera pronunciar y comenzó a enlazar sellos de su única técnica ofensiva. Sabía que no llegaría hasta el público, no sabía si por poco o por mucho, pero esta vez emplearía toda su fuerza en ella. Aún moviéndose, sería increíblemente difícil escapar dadas las distancias que cubriría de pétreas navajas. Nuevamente, y aún desconfiado, movió los lábios lo mínimo posible para pronunciar su técnica.
-Doton: Retsudo Tenshō -Anunció casi en un susurro que quedaría enterrado entre el sonido del gentío.
El suelo frente a él comenzó a quebrarse, provocando que las copias de sí mismo que tenía delante se multiplicasen una vez más, aumentando dramáticamente su número al estar él prácticamente en las últimas filas. Las rocas afiladas comenzaron a aparecer bajo sus pies rápidamente... Esta vez eran mucho mas grandes que la anterior, así como su área... El kuseño se desequilibró y cayó al suelo de espaldas, recibiendo severos cortes en los costados, piernas y brazos. La sangre comenzó a emanar de su cuerpo, aún sin ser excesivamente preocupante pero... Parecía casi abatido. Trató de levantarse, pero parecía que su mente no tenía la suficiente fuerza o entrenamiento para aguantar. Tras un fallido intento, resbaló de nuevo y quedó tendido en el suelo totalmente inconsciente.
El amejín lo miró de manera fría y se acercó entre sus aún activas copias a él para confirmar que estaba derrotado. Una vez lo hizo, deshizo su ilusión con un sello de sus manos y buscó a la Arashikage con la vista. Caminó lentamente hasta situarse en la parte frente a ella del círculo de combate y le hizo una acentuada reverencia en señal de respeto. Una vez se levantó, le dedicó una mirada ausente y asintió con la cabeza. No había mas que hacer, el primer combate era suyo... Así que desapareció tras la puerta para descansar.
-Doton: Retsudo Tenshō -Anunció casi en un susurro que quedaría enterrado entre el sonido del gentío.
El suelo frente a él comenzó a quebrarse, provocando que las copias de sí mismo que tenía delante se multiplicasen una vez más, aumentando dramáticamente su número al estar él prácticamente en las últimas filas. Las rocas afiladas comenzaron a aparecer bajo sus pies rápidamente... Esta vez eran mucho mas grandes que la anterior, así como su área... El kuseño se desequilibró y cayó al suelo de espaldas, recibiendo severos cortes en los costados, piernas y brazos. La sangre comenzó a emanar de su cuerpo, aún sin ser excesivamente preocupante pero... Parecía casi abatido. Trató de levantarse, pero parecía que su mente no tenía la suficiente fuerza o entrenamiento para aguantar. Tras un fallido intento, resbaló de nuevo y quedó tendido en el suelo totalmente inconsciente.
El amejín lo miró de manera fría y se acercó entre sus aún activas copias a él para confirmar que estaba derrotado. Una vez lo hizo, deshizo su ilusión con un sello de sus manos y buscó a la Arashikage con la vista. Caminó lentamente hasta situarse en la parte frente a ella del círculo de combate y le hizo una acentuada reverencia en señal de respeto. Una vez se levantó, le dedicó una mirada ausente y asintió con la cabeza. No había mas que hacer, el primer combate era suyo... Así que desapareció tras la puerta para descansar.