8/04/2020, 17:44
El hombre le miró con gesto de extrañeza, pero tras unos segundos le sonrió mientras cogía de vuelta su pieza, para guardarla en el bolsillo interno de su chaqueta a buen recaudo. Hizo un movimiento ligero con la mano para que le siguieran mientras comenzaba a caminar lentamente. El amejin esperó a que Takumi se adelantara y se colocó a su lado, quedando algo más alejado del anciano. Quería mantenerse al margen en las interacciones sociales, al menos por el momento. Tras unos metros y sin detenerse, Takato giró la cabeza para mirar al supuesto Ikkaku.
-No me importa que me acompañen hasta mi taller, pero será mejor que me reúna yo solo con el señor. Es un poco celoso con la ubicación de su taller y algo reacio a los desconocidos... No obstante, les agradezco muchísimo su ayuda. Si necesita alguna pieza puede pedírmela, solo por su amabilidad y buena intención ya merece un descuento -Comentó sonriendole.
Al poco rato, llegaron a una casa con dos puertas grandes de madera cerradas a cal y canto. El hombre se acercó a la puerta y la abrió con una llave de gran tamaño, causando un estruendo terrible. Ahora a simple vista, parecía evidente que quien se colase en aquel taller debía de ser enormemente habilidoso pues había barrotes en als ventanas y la puerta era presumiblemente difícil de forzar desde fuera. Kisame miró a su compañero y luego a la puerta algo desconcertado.
-¡Y lo robaron de aquí? Ese tipo debe de ser un hacha... -Reconoció, escéptico antes de acercar su oreja al oído del chico -No sé si creerle... ¿Sabes? Es muy raro -Comentó una vez el hombre había cruzado las puertas.
-No me importa que me acompañen hasta mi taller, pero será mejor que me reúna yo solo con el señor. Es un poco celoso con la ubicación de su taller y algo reacio a los desconocidos... No obstante, les agradezco muchísimo su ayuda. Si necesita alguna pieza puede pedírmela, solo por su amabilidad y buena intención ya merece un descuento -Comentó sonriendole.
Al poco rato, llegaron a una casa con dos puertas grandes de madera cerradas a cal y canto. El hombre se acercó a la puerta y la abrió con una llave de gran tamaño, causando un estruendo terrible. Ahora a simple vista, parecía evidente que quien se colase en aquel taller debía de ser enormemente habilidoso pues había barrotes en als ventanas y la puerta era presumiblemente difícil de forzar desde fuera. Kisame miró a su compañero y luego a la puerta algo desconcertado.
-¡Y lo robaron de aquí? Ese tipo debe de ser un hacha... -Reconoció, escéptico antes de acercar su oreja al oído del chico -No sé si creerle... ¿Sabes? Es muy raro -Comentó una vez el hombre había cruzado las puertas.
