8/04/2020, 18:08
Pero lo que se le vino encima a Eri, eso no se lo esperaba.
Un lobo gigante se abalanzaría contra ella, un lobo de pelaje plateado y hermoso que acudía en busca de saborear a su presa, a aquel conejo que huía para no ser devorado, que al final había sido acorralado para morir en contra de su voluntad.
«No... ¡No! ¡No!»
Un chillido gutural saldría de su garganta al notar los afilados dientes del animal clavarse sobre su palpitante cuello, hasta que, al final, por mucho que forcejeó, supo que no podía hacer nada.
Y fue entonces cuando Eri perdió el conocimiento.
Un lobo gigante se abalanzaría contra ella, un lobo de pelaje plateado y hermoso que acudía en busca de saborear a su presa, a aquel conejo que huía para no ser devorado, que al final había sido acorralado para morir en contra de su voluntad.
«No... ¡No! ¡No!»
Un chillido gutural saldría de su garganta al notar los afilados dientes del animal clavarse sobre su palpitante cuello, hasta que, al final, por mucho que forcejeó, supo que no podía hacer nada.
Y fue entonces cuando Eri perdió el conocimiento.