19/04/2020, 01:32
(Última modificación: 21/04/2020, 01:11 por Inuzuka Etsu. Editado 1 vez en total.)
Los shinobis se dispusieron a alejar a la bestia de la entrada al refugio, y lo consiguieron por el momento. Desde que éstos habían salido del refugio se habían convertido en la prioridad del demonio, y más aún cuando Daigo le vociferó para reclamar su atención. La bestia corría hacia ellos, sin pudor alguno, pero de pronto se paró. Su posición no anunciaba nada bueno, en absoluto lo hacía. Un sudor frío recorrió la sien del Inuzuka al verlo, y más aún cuando a pesar de las distancias, el demonio comenzó a acumular una ingente cantidad de chakra en su hocico.
—¡¡CUIDADO!!
Etsu corrió a toda velocidad hacia el flanco derecho, en lo que Akane hacía justo lo contrario. El demonio lanzó la esfera directa hacia el grupo, y para cuando ésta impactó al suelo, los Inuzuka saltaron en la dirección que huían. Una horripilante explosión de casi diez metros sacudió el suelo. El bichejo quizás demostraba lo poderoso y terrorífico que podía ser...
Y lo era.
Un cráter recién hecho —con una esfera de chakra puro—, dejaba bien clarita la diferencia de fuerzas entre ellos. Pero por desgracia, ellos tenían un deber para con las personas del país. No podían dejarlas al amparo de su suerte, no tenían esa libertad o libertinaje. Tenían un deber, una obligación, y por qué no... eran humanos. ¿En qué clase de personas se convertiría dejándolos ahí a morir en manos de esa bestia?
El rastas, apenas tocar tierra de nuevo, se lanzó en una acometida directa. La distancia aún era medianamente grande, pero si tenía alguna oportunidad contra esa cosa era en su especialidad, el combate cuerpo a cuerpo. De ninguna manera iba a poder ganar enfrentando esos disparos de chakra.
Etsu se dirigía hacia la bestia por el flanco izquierdo, en lo que Akane lo hacía por el contrario. Para cuando estuviesen lo suficientemente cerca, si es que la bestia no los atentaba de nuevo, se lanzarían casi al unísono. Etsu se convertiría en un torbellino de garras y dientes, en lo que Akane atacaría con sus fauces.
—¡¡Tsūgaaaaaa!!
—¡¡CUIDADO!!
Etsu corrió a toda velocidad hacia el flanco derecho, en lo que Akane hacía justo lo contrario. El demonio lanzó la esfera directa hacia el grupo, y para cuando ésta impactó al suelo, los Inuzuka saltaron en la dirección que huían. Una horripilante explosión de casi diez metros sacudió el suelo. El bichejo quizás demostraba lo poderoso y terrorífico que podía ser...
Y lo era.
Un cráter recién hecho —con una esfera de chakra puro—, dejaba bien clarita la diferencia de fuerzas entre ellos. Pero por desgracia, ellos tenían un deber para con las personas del país. No podían dejarlas al amparo de su suerte, no tenían esa libertad o libertinaje. Tenían un deber, una obligación, y por qué no... eran humanos. ¿En qué clase de personas se convertiría dejándolos ahí a morir en manos de esa bestia?
El rastas, apenas tocar tierra de nuevo, se lanzó en una acometida directa. La distancia aún era medianamente grande, pero si tenía alguna oportunidad contra esa cosa era en su especialidad, el combate cuerpo a cuerpo. De ninguna manera iba a poder ganar enfrentando esos disparos de chakra.
Etsu se dirigía hacia la bestia por el flanco izquierdo, en lo que Akane lo hacía por el contrario. Para cuando estuviesen lo suficientemente cerca, si es que la bestia no los atentaba de nuevo, se lanzarían casi al unísono. Etsu se convertiría en un torbellino de garras y dientes, en lo que Akane atacaría con sus fauces.
—¡¡Tsūgaaaaaa!!
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~