22/04/2020, 12:59
La fama del Inuzuka no hizo más que agrandar por momentos. Por desgracia, en éste caso en absoluto era algo bueno, pues se estaba ganando el odio de todo el poblado. Había querido parecer el malo de la película para que llamasen a los Cuatro, pero resultó más de lo que éstos campesinos podían aguantar por lo visto...
Un gran número de éstos salió a las calles, armados con rastrillos, antorchas, y todo tipo de objetos y mobiliario que podían usarse para golpear o causar daño al "indeseado" invitado. Por suerte o por desgracia, al menos había podido observar que éstos campesinos cuando se enfadaban eran muy capaces de defenderse. Raro era que no lo hiciesen con los Cuatro, o puede que se debiese al modo en que éstos trabajaban; yendo a por familiares y posesiones, aprovechando la fragilidad de las mentes civiles.
Etsu aún llevaba consigo el carromato, y de poco a poco comenzó a ser rodeado. Parecían tenerle entre las cuerdas, pues pocas escapatorias habían aparentemente. Etsu sonrió, los valientes se atrevían a amenazar al malo de la película.
—Los Cuatro... —intentó reclamar la atención de todos con esas palabras, y terminó de tirar las tinajas al suelo. Rápidamente abriría la caja, y sacaría todas las bolas parecidas a las que Búho había usado. Sin más palabras, tomó aire y las lanzó todas a los pies de los ciudadanos. Tantas como hubiese, repartiéndolas en un arco justo frente a él.
¿Para qué? ¿Qué pasaría con tantos ciudadanos que habían en otros lados?
No importaba, el Inuzuka era bien rápido y fuerte. Sin demora alguna, saldría corriendo cual toro, a cruzar entre todos los afectados frente a él. Cruzaría por entre todos, y si alguien se cruzaba lo embestiría para apartarlo del camino. Obviamente, intentaría no topar con nadie, ya había hecho suficientes amigos por hoy.
Cruzada la polvareda que había armado con las bolitas, y dejados atrás los civiles, intentaría escurrirse de las miradas de todos. Su agilidad le daba una ventaja ante simples granjeros y/o campesinos, o al menos eso esperaba. Para cuando pudiese, tomaría rumbo al escondite de Koke, si es que no había nadie en la inmediación. Ésta vez ni se molestaría en tomar las escaleras escondidas si no habíanadie observando, daría un brinco para entrar por la misma ventana.
Si encontraba dificultades para ello, tomaría camino hacia las afueras, donde la maleza del bosque lo ocultase.
Un gran número de éstos salió a las calles, armados con rastrillos, antorchas, y todo tipo de objetos y mobiliario que podían usarse para golpear o causar daño al "indeseado" invitado. Por suerte o por desgracia, al menos había podido observar que éstos campesinos cuando se enfadaban eran muy capaces de defenderse. Raro era que no lo hiciesen con los Cuatro, o puede que se debiese al modo en que éstos trabajaban; yendo a por familiares y posesiones, aprovechando la fragilidad de las mentes civiles.
Etsu aún llevaba consigo el carromato, y de poco a poco comenzó a ser rodeado. Parecían tenerle entre las cuerdas, pues pocas escapatorias habían aparentemente. Etsu sonrió, los valientes se atrevían a amenazar al malo de la película.
—Los Cuatro... —intentó reclamar la atención de todos con esas palabras, y terminó de tirar las tinajas al suelo. Rápidamente abriría la caja, y sacaría todas las bolas parecidas a las que Búho había usado. Sin más palabras, tomó aire y las lanzó todas a los pies de los ciudadanos. Tantas como hubiese, repartiéndolas en un arco justo frente a él.
¿Para qué? ¿Qué pasaría con tantos ciudadanos que habían en otros lados?
No importaba, el Inuzuka era bien rápido y fuerte. Sin demora alguna, saldría corriendo cual toro, a cruzar entre todos los afectados frente a él. Cruzaría por entre todos, y si alguien se cruzaba lo embestiría para apartarlo del camino. Obviamente, intentaría no topar con nadie, ya había hecho suficientes amigos por hoy.
Cruzada la polvareda que había armado con las bolitas, y dejados atrás los civiles, intentaría escurrirse de las miradas de todos. Su agilidad le daba una ventaja ante simples granjeros y/o campesinos, o al menos eso esperaba. Para cuando pudiese, tomaría rumbo al escondite de Koke, si es que no había nadie en la inmediación. Ésta vez ni se molestaría en tomar las escaleras escondidas si no habíanadie observando, daría un brinco para entrar por la misma ventana.
Si encontraba dificultades para ello, tomaría camino hacia las afueras, donde la maleza del bosque lo ocultase.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~