22/04/2020, 14:18
El ataque dual por parte del rastas y su can surtió efecto, alcanzaron sin demasiada dificultad al monstruo, y hasta pudieron notar cómo éste se quejó ante el daño. Al menos eso pensaron, pero quizás lo hizo buscando decirles algo así como "¡Verga! ¡Ahora me toca a mi!". La reacción de la quimera no fue otra que girar rápidamente, soltándoles un latigazo con su poderosa cola que mandó a ambos a donde cristo perdió la chancla.
Y no, no la perdió cerca.
Los mandó volando al menos tres o cuatro metros de regreso, con un golpetazo que claramente los dejaría bastante trastocados. Etsu sentía como todo el cuerpo le ardía, puro dolor recorriendo su rostro, torso y hasta sus piernas. Akame por su parte se encontraba en una parecida situación, si no peor. Ambos tuvieron que esforzarse por volver a levantarse, había sido un golpetazo como jamás habían recibido.
Por algo éstos demonios eran tan temidos.
—La madre... que lo tra-jo... —se quejó, escupiendo un poco de sangre al suelo.
Pero no podían permitirse perder tiempo, todo lo que perdiesen manteniendo las distancias era tiempo que podía tomarse ese bicho en volver a realizar un rayo de muerte de esos. Y no, no estaba el horno para bollos. Cerró los puños con fuerza, y avanzó un paso. El cuerpo le pesaba, así pues realizó un sello. Era el momento de darlo todo, además de verdad.
El cuerpo del Inuzuka recibió una rápida modificación, volviéndolo visiblemente más salvaje, haciendo que sus uñas se convirtiesen en garras, y sus dientes aumentasen de tamaño. Cambió el sello, y fue a continuación el can quien cambió, tomando la apariencia que recién había obtenido Etsu. Los Inuzuka se habían vuelto visualmente idénticos, y estaban preparados para el segundo asalto.
—¡¡GROOOOOAAAAWWWR!! —ahora eran los Inuzuka los que rugían.
Clavaron las manos en el suelo, casi al unísono, y hasta arrancaron la tierra de bajo sus pies en una fugaz carrera. Lamentablemente, Akane cayó al suelo apenas dado el primero paso, estaba realmente destrozado. Aún era capaz de mantenerse en pie, aunque tuvo que aguantar en la retaguardia, su cuerpo no daba para más...
Pero Etsu no cesó en su acometida, ni mucho menos. Se había vuelto más fuerte, más ágil, más preciso, e incluso más resistente. Se había convertido en una auténtica máquina diseñada para pelear. Se movió rápidamente hacia el flanco derecho del demonio, y tras ello cambió drásticamente hacia el flanco contrario, buscando confundirlo o que al menos perdiese de vista al resto y se centrase en él. Con las mismas, y con la distancia recortada, cambiaría de nuevo de dirección buscando la confrontación más directa. Sin titubear un segundo, lanzó su puño zurdo con todas las fuerzas que le fue posible, directo a la pierna de la quimera, continuando la contusión con el giro que la propia inercia provocaba. Con las mismas, iría recogiéndose sobre sí mismo, para terminar con una patada que buscaría barrer a la bestia.
—¡Konoha Reppuuuuuū!
Si conseguía acertar, no solo provocaría que la bestia cayese, si no que seguramente le imposibilitaría que se volviese a levantar.
Y no, no la perdió cerca.
Los mandó volando al menos tres o cuatro metros de regreso, con un golpetazo que claramente los dejaría bastante trastocados. Etsu sentía como todo el cuerpo le ardía, puro dolor recorriendo su rostro, torso y hasta sus piernas. Akame por su parte se encontraba en una parecida situación, si no peor. Ambos tuvieron que esforzarse por volver a levantarse, había sido un golpetazo como jamás habían recibido.
Por algo éstos demonios eran tan temidos.
—La madre... que lo tra-jo... —se quejó, escupiendo un poco de sangre al suelo.
Pero no podían permitirse perder tiempo, todo lo que perdiesen manteniendo las distancias era tiempo que podía tomarse ese bicho en volver a realizar un rayo de muerte de esos. Y no, no estaba el horno para bollos. Cerró los puños con fuerza, y avanzó un paso. El cuerpo le pesaba, así pues realizó un sello. Era el momento de darlo todo, además de verdad.
El cuerpo del Inuzuka recibió una rápida modificación, volviéndolo visiblemente más salvaje, haciendo que sus uñas se convirtiesen en garras, y sus dientes aumentasen de tamaño. Cambió el sello, y fue a continuación el can quien cambió, tomando la apariencia que recién había obtenido Etsu. Los Inuzuka se habían vuelto visualmente idénticos, y estaban preparados para el segundo asalto.
—¡¡GROOOOOAAAAWWWR!! —ahora eran los Inuzuka los que rugían.
Clavaron las manos en el suelo, casi al unísono, y hasta arrancaron la tierra de bajo sus pies en una fugaz carrera. Lamentablemente, Akane cayó al suelo apenas dado el primero paso, estaba realmente destrozado. Aún era capaz de mantenerse en pie, aunque tuvo que aguantar en la retaguardia, su cuerpo no daba para más...
Pero Etsu no cesó en su acometida, ni mucho menos. Se había vuelto más fuerte, más ágil, más preciso, e incluso más resistente. Se había convertido en una auténtica máquina diseñada para pelear. Se movió rápidamente hacia el flanco derecho del demonio, y tras ello cambió drásticamente hacia el flanco contrario, buscando confundirlo o que al menos perdiese de vista al resto y se centrase en él. Con las mismas, y con la distancia recortada, cambiaría de nuevo de dirección buscando la confrontación más directa. Sin titubear un segundo, lanzó su puño zurdo con todas las fuerzas que le fue posible, directo a la pierna de la quimera, continuando la contusión con el giro que la propia inercia provocaba. Con las mismas, iría recogiéndose sobre sí mismo, para terminar con una patada que buscaría barrer a la bestia.
—¡Konoha Reppuuuuuū!
Si conseguía acertar, no solo provocaría que la bestia cayese, si no que seguramente le imposibilitaría que se volviese a levantar.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~