Este foro utiliza cookies
Este foro utiliza cookies para guardar tu información de inicio de sesión si estás registrado, y tu última visita si no lo estás. Las cookies son pequeños documentos de texto guardados en tu ordenador; las cookies establecidas por este foro sólo pueden ser utilizadas en este mismo sitio y no poseen riesgos de seguridad. Las cookies de este foro también llevan un registro de los temas que has leído y cuándo fue la última vez que los leíste. Los administradores NO tienen acceso a esta información, sólo TU NAVEGADOR. Por favor confirma si aceptas el establecimiento de estas cookies.

Se guardará una cookie en tu navegador sea cual sea tu elección para no tener que hacerte esta pregunta otra vez. Podrás cambiar tus ajustes sobre cookies en cualquier momento usando el link en el pie de página.
Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
La maestra asintió ante el entusiasmo de Takumi y la aparente… calma de su acompañante peliblanco. En eso mismo entro una criada con una pequeña olla, la coloco en el centro de la mesa y dispuso tres pequeñas tazas a su alrededor. Al destapar aquel contenedor se revelo su interior: a simple vista parecía arroz, pero cuando la cuchara comenzó a removerlo se vio que estaba sumamente húmedo y pegajoso. Kazuma no pudo evitar preguntar de que se trataba, y la que servía le dijo que era arroz con leche, canela, clavo y caramelo casero.

Bien, vamos a ello, primeramente, con lo de Itona —dijo la maestra mientras tomaba unos palillos para tomar bocados de la taza que había dejado en la mesa—: Esto ocurrió hace unos treinta años, más o menos. En aquel entonces trabajaba yo para Amegakure y aun no me había hecho un nombre…

»Teníamos una misión en el País del Viento: algo de escoltar a través del desierto a una persona que habían tratado de secuestrar y que había decidido abandonar el país. La verdad es que no recuerdo bien los detalles, yo estaba allí como elemento de combate solamente, por lo que el líder de escuadrón fue quien se encargó de todos los pormenores.

»Cuando ya teníamos algo de travesía, nuestra fuente nos informó que cierto grupo intentaría atacarnos; pero que nuestra ubicación no le permitía darnos más información o brindarnos alguna ayuda. En cierto momento, cerca del mediodía, se desato una tormenta de arena que en nada parecía natural. Cerca de ese lugar había unos tres pueblos equidistantes, por lo que esperábamos que cayeran sobre nosotros cuando estuviésemos en el centro de aquel triangulo.

»Lo que no esperábamos es que fuesen tantos y tan diestros, que la propia tormenta fuese parte de sus tácticas de combate. Logramos repelerlos con gran esfuerzo; pero para cuando lo hicimos nos habíamos dispersado y el cliente había desaparecido. Sabíamos por nuestra fuente que buscaban tener al rehén con vida, pero que aun así contaban con un sicario que, presumiblemente, era un marionetista.

»Sabiendo aquello, nos separamos en grupos para rastrearles. Un compañero y yo seguimos el rastro hasta un pueblo llamado Furaiwa. Le dejé revisando las calles, mientras que me dirigí a las afueras a buscar sitios sospechosos o posibles escondites. Sabía que, por la salud del rehén, no se atreverían a moverse por el desierto hasta el anochecer.

Probo un bocado de arroz dulce que la hizo sonreír con cierta nostalgia, quizá dándole color a un viejo recuerdo que hacía mucho no evocaba.

Vueltas di hasta que me topé con un rastro creíble. Seguí dicho rastro y lo que me encontré al final fue una pequeña construcción con un hombre como haciendo guardia y a mi cliente… En aquel entonces yo era bastante impulsiva, del tipo que decapitaba primero y preguntaba después. Sin mediar palabras ataque a aquel sujeto, un viejo para mí, aunque no era mucho mayor que yo.

»En un principio tuve mis dudas (aunque igual no las escuchaba); pero cuando vi que aquel sujeto desplegaba una marioneta para combatir, me di por segura de que era el supuesto sicario. En retrospectiva, tampoco tenía otra opción, si no se hubiese defendido igual lo habría matado… Le arroje al viejo todo lo que tenía; y suerte que era arena y rocas lo que nos rodeaba, porque de ser el pueblo lo habríamos reducido a escombros… Aunque estaba tan cabreada que quizá igual hubiese combatido, aunque civiles corriesen peligros.

»En fin, aunque me doliese en el orgullo, en aquel momento no era capaz de ganarle al viejo sin matarme en el proceso; siendo que probablemente, solo lograse dejarle herido de gravedad. Aunque parezca una locura, me estaba planteando hacer eso y dejar que mi compañero rescatase al rehén cuando mi enemigo estuviese recuperándose… Pero no hubo necesidad de aquello: en aquel punto Itona se negaba a seguir peleando, y cuando ya me había visto a mí misma detonándole una bomba de veneno en la garganta, el cliente llamo mi atención y me detuvo.

No entiendo —confeso el peliblanco—. Entonces, ¿era o no era Itona aquel asesino que menciono?

No, eso es lo más gracioso de todo —dijo, dejando escapar una carcajada—. El cliente, había logrado soltársele al secuestrador que le vigilaba. Luego, corrió hasta las afueras del pueblo, en donde Itona le había ocultado. Aun así, el cliente insistía en marcharse, pero Itona se lo impidió, asegurándole que terminaría muerto si trataba de adentrarse en el desierto a lo loco y que lo mejor era esperar a que alguien de su escolta le buscara en el pueblo… Eso explicaba por qué el cliente gritaba y parecía estar en contra de su voluntad en aquel sitio.

»Al final todo resulto bien: mis compañeros acabaron con los secuestradores y el sicario, y el cliente llego a salvo a su destino. Y aunque las disculpas fueron parcas y mi orgullo estaba algo abollado, no le guarde rencor a Itona, porque al final se trataba de trabajo y no de algo personal… Por lo que creo que no clasificaría de enemiga de él.

»Aunque, sin duda, nadie se gana un apodo como “La mano carmesí” sin tener unos cuantos enemigos por allí.
[Imagen: aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif]
1
1
Responder


Mensajes en este tema
Saki, el arte viviente - por Hanamura Kazuma - 28/12/2019, 03:43
RE: Saki, el arte viviente - por Hanamura Kazuma - 23/04/2020, 21:34


This forum uses Lukasz Tkacz MyBB addons.