25/04/2020, 22:44
—Si que tuvo que ser duro ese momento para que usted decidiera dar ese giro, tenía el reconocimiento de los marionetas de Ōnindo y de su Aldea... Aunque si las artes eran su verdadera vocación es normal que acabara tomando esa decisión.
—En realidad, fue más como que no quería morir luchando y querer hacer algo más con mi vida —matizo, haciendo énfasis en sus deseos—. Es como decía mi madre: “Todo es juego y alboroto hasta que alguien pierde un ojo”. En mi caso, hizo falta perder un ojo y un brazo para entenderlo… Al menos, el retiro no fue tan difícil como creí.
—Pense que le habría costado dejar atrás su vida de ninja —señalo el peliblanco—, en especial con el renombre que tenía como La tejedora funesta.
—Siempre deteste ese apodo —revelo con cierto hastío—; pero es lo que pasa con los apodos: no los eliges tu misma, sino que un día haces algo llamativo y quien te ve le da un nombre a aquello. Luego, sin que puedas controlarlo, el apodo se riega y la gente comienza a usarlo sin importarle como te parezca porque les parece “cool”.
—¿La gente de la aldea no se opuso? —pregunto.
—Unos más que otros: muchos me insistieron con que me quedase en la villa, mientras que otros me decían que aun podía luchar y que sería un honor morir en servicio. Fueron unos pocos los que me dijeron que ya había servido lo suficiente y que podía hacer lo que quisiera… En cuanto a los permisos y papeleos no hubo problemas, había quienes se habían retirado por menos.
—Puede que sea un poco insensible; pero, ¿podría contarnos que fue lo que ocurrió en esa batalla?
—No tengo mayor problema, es algo que ya superé hace mucho —sentencio con aparente indiferencia—. Pero, ¿están seguros? Como se imaginarán, el final no es tan feliz como en la historia anterior.
—En realidad, fue más como que no quería morir luchando y querer hacer algo más con mi vida —matizo, haciendo énfasis en sus deseos—. Es como decía mi madre: “Todo es juego y alboroto hasta que alguien pierde un ojo”. En mi caso, hizo falta perder un ojo y un brazo para entenderlo… Al menos, el retiro no fue tan difícil como creí.
—Pense que le habría costado dejar atrás su vida de ninja —señalo el peliblanco—, en especial con el renombre que tenía como La tejedora funesta.
—Siempre deteste ese apodo —revelo con cierto hastío—; pero es lo que pasa con los apodos: no los eliges tu misma, sino que un día haces algo llamativo y quien te ve le da un nombre a aquello. Luego, sin que puedas controlarlo, el apodo se riega y la gente comienza a usarlo sin importarle como te parezca porque les parece “cool”.
—¿La gente de la aldea no se opuso? —pregunto.
—Unos más que otros: muchos me insistieron con que me quedase en la villa, mientras que otros me decían que aun podía luchar y que sería un honor morir en servicio. Fueron unos pocos los que me dijeron que ya había servido lo suficiente y que podía hacer lo que quisiera… En cuanto a los permisos y papeleos no hubo problemas, había quienes se habían retirado por menos.
—Puede que sea un poco insensible; pero, ¿podría contarnos que fue lo que ocurrió en esa batalla?
—No tengo mayor problema, es algo que ya superé hace mucho —sentencio con aparente indiferencia—. Pero, ¿están seguros? Como se imaginarán, el final no es tan feliz como en la historia anterior.
![[Imagen: aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif]](https://i.pinimg.com/originals/aa/b6/87/aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif)