27/04/2020, 01:11
Etsu lanzó las bombas de humo, creando así una cortina que perfectamente le haría pasar desapercibido entre los aldeanos. Al menos eso pensó él, en su magnífica mente. Lo que jamás de los jamases se hubiese imaginado es que todo terminaría patas arriba. Literalmente, pues apenas la nube de humo topó con la primera de las antorchas, todo explotó por los aires. Una inmensa cortina de fuego sembró el caos, haciendo que la mayoría de los habitantes de la aldea saliesen disparados con la propia explosión.
Mira que su abuelo se lo advirtió mil y una vez... "No toques las cosas que no son tuyas. Mucho menos si son de otro ninja, que nunca sabes por dónde te saldrá." Ni poca razón le faltaba al viejo.
Etsu no pudo evitar que los ojos le llorasen, cual nube en abril. Pero ahora mucho menos podía quedarse allí plantado. La había liado, y mucho. Debía esconderse, porque ahora sí que era el malo de la película. Ahora se había convertido en un remedio peor que la propia enfermedad. Había dejado a los Cuatro como meros aficionados.
El Inuzuka corrió como alma que lleva del diablo, y tras asegurarse de que nadie lo veía, saltó hacia el escondite de Koke. Una vez allí, pudo observar que Búho estaba moribundo, en las últimas. Por otro lado, había un dibujo del pequeño, en el que se podían ver unas siluetas y una luna. Sí, estaba claro que los maleantes no llegarían hasta lo noche...
Pero, ¿debía volver a aparecer por el pueblo?
Sin duda, si aparecía, por mucho que fuese el bueno, seguía siendo más malo que los Cuatro.
Tomó aire, y se acercó hasta Búho. Lo exhaló en un suspiro demasiado profundo, meditando qué debía hacer. No podía liberarlo, no podía curarlo, había causado una tremenda carnicería... Ésta misión se le había ido de las manos.
Mira que su abuelo se lo advirtió mil y una vez... "No toques las cosas que no son tuyas. Mucho menos si son de otro ninja, que nunca sabes por dónde te saldrá." Ni poca razón le faltaba al viejo.
Etsu no pudo evitar que los ojos le llorasen, cual nube en abril. Pero ahora mucho menos podía quedarse allí plantado. La había liado, y mucho. Debía esconderse, porque ahora sí que era el malo de la película. Ahora se había convertido en un remedio peor que la propia enfermedad. Había dejado a los Cuatro como meros aficionados.
El Inuzuka corrió como alma que lleva del diablo, y tras asegurarse de que nadie lo veía, saltó hacia el escondite de Koke. Una vez allí, pudo observar que Búho estaba moribundo, en las últimas. Por otro lado, había un dibujo del pequeño, en el que se podían ver unas siluetas y una luna. Sí, estaba claro que los maleantes no llegarían hasta lo noche...
Pero, ¿debía volver a aparecer por el pueblo?
Sin duda, si aparecía, por mucho que fuese el bueno, seguía siendo más malo que los Cuatro.
Tomó aire, y se acercó hasta Búho. Lo exhaló en un suspiro demasiado profundo, meditando qué debía hacer. No podía liberarlo, no podía curarlo, había causado una tremenda carnicería... Ésta misión se le había ido de las manos.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~