2/05/2020, 00:46
Takumi estaba en su camerino, realizando unos pequeños estiramientos antes del combate. «Tienes que dar lo mejor...» Llevaba su ropa habitual y en su cuello, igual que en la anterior ronda, colgaba un collar de un remolino carmesí; regalo de su sensei que guardaba con cariño ahora en el torneo. Esperaba que el entrenamiento que había realizado entre rondas le diera resultado.
Un samurai entró y le comenzó a guiar hasta la puerta. «Esta vez no puedes fallar...» En el camino iba pensando sobre sus posibles rivales: una era la amejin que perdió contra Hana y el otro un kusajin que perdió contra Kisame; no tenía ni idea de que esperar de ninguno de los dos. Casi prefería enfrentarse contra la de la Lluvia, Ranko había demostrado ser una rival muy respetuosa pero aún tenía algo de miedo respecto a los de Kusagakure por su conversación antes de la primera ronda con Reiji y Hana.
Y la puerta se abrió, los gritos apagados en el pasillo se convirtieron en un bullicioso baño para el kazejin. Iba algo más tranquilo que en su anterior combate, pero seguía con un pequeño nerviosismo respecto a que contrincante le tocaría. «Es el momento... ¡VAMOS!»
Caminó con decisión hacia su posición en el ring. Comenzó realizando una reverencia a la tribuna de los kages, continuó con la de los Daimyōs y finalizó en la que se situaban los habitantes de Uzushiogakure. Miró hacia su rival y su diestra formó el Sello de Confrontación.
Cuando su rival hubiera respondido a de la misma manera, sin esperar un solo segundo, dio un salto hacia atrás mientras sacaba un pergamino pequeño de su portaobjetos. Ya más alejado de su posición inicial abrió el pergamino, del cual salió una espesa nube de humo, la cual al disiparse dejó ver una simiesca marioneta. El genin del Remolino la tocó y de las yemas de sus dedos brotaron unos hilos de un chakra plateado como la luna. El títere pareció cobrar vida, activándose y elevándose en el aire frente al de gafas, en una posición de combate y esperando el más mínimo movimiento de su rival para actuar.
Un samurai entró y le comenzó a guiar hasta la puerta. «Esta vez no puedes fallar...» En el camino iba pensando sobre sus posibles rivales: una era la amejin que perdió contra Hana y el otro un kusajin que perdió contra Kisame; no tenía ni idea de que esperar de ninguno de los dos. Casi prefería enfrentarse contra la de la Lluvia, Ranko había demostrado ser una rival muy respetuosa pero aún tenía algo de miedo respecto a los de Kusagakure por su conversación antes de la primera ronda con Reiji y Hana.
Y la puerta se abrió, los gritos apagados en el pasillo se convirtieron en un bullicioso baño para el kazejin. Iba algo más tranquilo que en su anterior combate, pero seguía con un pequeño nerviosismo respecto a que contrincante le tocaría. «Es el momento... ¡VAMOS!»
Caminó con decisión hacia su posición en el ring. Comenzó realizando una reverencia a la tribuna de los kages, continuó con la de los Daimyōs y finalizó en la que se situaban los habitantes de Uzushiogakure. Miró hacia su rival y su diestra formó el Sello de Confrontación.
Cuando su rival hubiera respondido a de la misma manera, sin esperar un solo segundo, dio un salto hacia atrás mientras sacaba un pergamino pequeño de su portaobjetos. Ya más alejado de su posición inicial abrió el pergamino, del cual salió una espesa nube de humo, la cual al disiparse dejó ver una simiesca marioneta. El genin del Remolino la tocó y de las yemas de sus dedos brotaron unos hilos de un chakra plateado como la luna. El títere pareció cobrar vida, activándose y elevándose en el aire frente al de gafas, en una posición de combate y esperando el más mínimo movimiento de su rival para actuar.