3/05/2020, 15:54
La chica miró a Takumi con un gesto compungido, pero rápidamente se le borró del rostro. Miró a su padre y luego a los dos genin de nuevo. Aquel tipo de comportamientos eran comunes entre personas maltratadas cuando estaban junto a, precisamente, su maltratador. Se quedó al margen mordiéndose la lengua para no decir nada. Para sus adentros, ella quería haber viajado a cualquiera de las aldeas ninja para entrenarse como shinobi, pero no se lo habían permitido, aunque eso... Ni el Taka ni el Tsukisame lo sabían.
-No les subestimes Iroshi, estos dos cabrones casi me matan, si no hubiera sido por ella... Después intentaron envenenar su mente con promesas de gloria llevando una vida de ninja. -Dijo colocando una mano en el hombro de su hija y mirando con odio a ambos genin.
-Vaya vaya... ¿Así que son shinobi? Nunca lo habría pensado... -Respondió mirando su enorme marioneta -Quizás debería mostraros lo que mi padre sabía hacer... -Añadió, dibujando una oscura sonrisa en su rostro acercando su mano al comienzo de la venda que cubría la enorme marioneta.
Fue en ese momento cuando la niña apretó sus dientes, cerró sus puños y se despojó de la kasa de hierro, al igual que de la túnica. Dio un enérgido salto y se colocó frente a los dos genin. Llevaba unas mallas hasta la rodilla de color azul marino, junto con unas botas ninja tabi del mismo color. Un top blanco y unas vendas en ambas manos que le llegaban hasta el codo. Se hacía mas evidente en ese momento su enorme musculatura pues posiblemente superase con creces la de cualquier ninja de su edad, por fuerte que estuviera.
-No sé que están haciendo aquí, pero no voy a permitir que les hagáis nada sin pedirles explicaciones... -Dijo la chica, con la voz temblorosa y unas lágrimas recorriéndole el rostro -Ahora llegarán los Kiroga y sabéis mejor que yo que no les gustan las tonterías... Tenemos que hacer algo con ellos, rápido -Concluyó con seriedad.
Al escuchar ese apellido a l amejin se le paró el corazón. ¿Podrían ser... La familia de ninjas renegados que habían encarcelado junto al equipo de Ichiro y Roga? Tragó saliva con dificultades mientras seguía retrocediendo. Hasta que, llegado a cierto punto, su cabeza chocó contra algo que parecía madera. Si los ninja se dieran la vuelta, verían a una especie de hombre de aspecto alto y fornido, pero con el rostro enormemente arrugado. Habían chocado justo contra su pecho. El hombre puso su mano derecha sobre el hombro de Takumi, dejando ver que no era humana, sino... Una marioneta. Llevaba algo que no se podría llamar túnica, sino mas bien enormes telas enroscadas aleatoriamente sobre su cuerpo, de color negro azabache que le cubrían hasta los pies, incluso rozaban el suelo. Tenía el pelo completamente blanco y el rostro muy arrugado.
-Fa-Fakui-sama... -Dijo el de Notsuba, reverenciándole de forma exagerada.
Todos los demás le imitaron, como si se tratase de un dios, de una divinidad omnipotente, o solo de un hombre enormemente respetado. Incluso la chica se apresuró a volverse a poner la túnica y la kasa de hierro, como tratando de disimular.
-No les subestimes Iroshi, estos dos cabrones casi me matan, si no hubiera sido por ella... Después intentaron envenenar su mente con promesas de gloria llevando una vida de ninja. -Dijo colocando una mano en el hombro de su hija y mirando con odio a ambos genin.
-Vaya vaya... ¿Así que son shinobi? Nunca lo habría pensado... -Respondió mirando su enorme marioneta -Quizás debería mostraros lo que mi padre sabía hacer... -Añadió, dibujando una oscura sonrisa en su rostro acercando su mano al comienzo de la venda que cubría la enorme marioneta.
Fue en ese momento cuando la niña apretó sus dientes, cerró sus puños y se despojó de la kasa de hierro, al igual que de la túnica. Dio un enérgido salto y se colocó frente a los dos genin. Llevaba unas mallas hasta la rodilla de color azul marino, junto con unas botas ninja tabi del mismo color. Un top blanco y unas vendas en ambas manos que le llegaban hasta el codo. Se hacía mas evidente en ese momento su enorme musculatura pues posiblemente superase con creces la de cualquier ninja de su edad, por fuerte que estuviera.
-No sé que están haciendo aquí, pero no voy a permitir que les hagáis nada sin pedirles explicaciones... -Dijo la chica, con la voz temblorosa y unas lágrimas recorriéndole el rostro -Ahora llegarán los Kiroga y sabéis mejor que yo que no les gustan las tonterías... Tenemos que hacer algo con ellos, rápido -Concluyó con seriedad.
Al escuchar ese apellido a l amejin se le paró el corazón. ¿Podrían ser... La familia de ninjas renegados que habían encarcelado junto al equipo de Ichiro y Roga? Tragó saliva con dificultades mientras seguía retrocediendo. Hasta que, llegado a cierto punto, su cabeza chocó contra algo que parecía madera. Si los ninja se dieran la vuelta, verían a una especie de hombre de aspecto alto y fornido, pero con el rostro enormemente arrugado. Habían chocado justo contra su pecho. El hombre puso su mano derecha sobre el hombro de Takumi, dejando ver que no era humana, sino... Una marioneta. Llevaba algo que no se podría llamar túnica, sino mas bien enormes telas enroscadas aleatoriamente sobre su cuerpo, de color negro azabache que le cubrían hasta los pies, incluso rozaban el suelo. Tenía el pelo completamente blanco y el rostro muy arrugado.
-Fa-Fakui-sama... -Dijo el de Notsuba, reverenciándole de forma exagerada.
Todos los demás le imitaron, como si se tratase de un dios, de una divinidad omnipotente, o solo de un hombre enormemente respetado. Incluso la chica se apresuró a volverse a poner la túnica y la kasa de hierro, como tratando de disimular.