5/05/2020, 17:10
La cara de la chica durante un pequeño instante cambió de gesto, parecía triste ante las palabras del marionetista... «Sal de ahí de una vez... Tú no quieres seguir con esto...» Takumi sentía que tenía que seguir insistiendo, podía ser que la acabara convenciendo, pero ese no era el momento más idóneo para ello.
—No les subestimes Iroshi, estos dos cabrones casi me matan, si no hubiera sido por ella... Después intentaron envenenar su mente con promesas de gloria llevando una vida de ninja.
—Lo que le prometí no es gloria, es una vida digna lejos de robar a incautos viajeros. —Le reprochó al viejo. Tal vez no era la mejor idea ponerse chulo en aquella situación, pero las palabras de aquel hombre le hacían hervir la sangre.
—Vaya vaya... ¿Así que son shinobi? Nunca lo habría pensado... —Miró a su marioneta. —Quizás debería mostraros lo que mi padre sabía hacer... —Fue desenvolver su marioneta, esto se podía poner feo. «Mierda...»
Antes de que aquel tal Iroshi sacara su artilugio de combate la chiquilla se deshizo rápido de su túnica y su kasa y se colocó frente a los genins. No combatir contra el marionetista estaba bien, pero la joven tampoco daba mucha confianza de que pudiera dar un combate sencillo, su musculatura indicaba que podía destrozar sin problema alguno cualquier marioneta o hueso.
—No sé que están haciendo aquí, pero no voy a permitir que les hagáis nada sin pedirles explicaciones... —Su voz temblaba y unas lágrimas le caían por las mejillas. —Ahora llegarán los Kiroga y sabéis mejor que yo que no les gustan las tonterías... Tenemos que hacer algo con ellos, rápido.
—Déjate de tonterías, huye con nosotros... Sabes que esta no es una buena vida, hazlo por ti y por tu madre...
El amejin palideció, más de su tono de piel habitual si es posible, ante las palabras de la hija del samurai y comenzó a retroceder, pero algo chocó con el y cayó al suelo.
—¿Eh? —Se giró para comprobar que la había pasado a su compañero cuando una mano se apoyó en su hombro.
Cuando el kazejin elevó su vista vio a un señor excesivamente mayor, de cara arrugada y pelo completamente blanco. Vestía una gran cantidad de largas telas ónices, pero lo que más le llamó su atención fue la mano de aquel señor. Era una mano de marioneta y en ese momento entendió que ese señor era una marioneta humana. Itona le había hablado de ello, marionetistas de muy alto nivel que modifican su propio cuerpo imposibilitando el paso del tiempo... Es básicamente alcanzar la inmortalidad. Esto aterró al shinobi del Remolino, el cual comenzó a retroceder y ayudó a levantarse a su compañero, mientras le miraba con terror.
—Fa-Fakui-sama... —El viejo de la nodachi procedió a realizar una ostentosa reverencia. «¿C-cómo? No puede ser...»
Todos hicieron lo mismo, incluso la joven que tenían frente a ellos recogió su túnica y su kasa y se unió a la reverencia. Parecían adorarle, cómo a un líder, un Daimyō... Un dios.
—K-kisame... —Le susurró a su amigo. —¿Q-qué hacemos? Huimos de aquí, ¿no? —El terror era indeleble de su rostro.
—No les subestimes Iroshi, estos dos cabrones casi me matan, si no hubiera sido por ella... Después intentaron envenenar su mente con promesas de gloria llevando una vida de ninja.
—Lo que le prometí no es gloria, es una vida digna lejos de robar a incautos viajeros. —Le reprochó al viejo. Tal vez no era la mejor idea ponerse chulo en aquella situación, pero las palabras de aquel hombre le hacían hervir la sangre.
—Vaya vaya... ¿Así que son shinobi? Nunca lo habría pensado... —Miró a su marioneta. —Quizás debería mostraros lo que mi padre sabía hacer... —Fue desenvolver su marioneta, esto se podía poner feo. «Mierda...»
Antes de que aquel tal Iroshi sacara su artilugio de combate la chiquilla se deshizo rápido de su túnica y su kasa y se colocó frente a los genins. No combatir contra el marionetista estaba bien, pero la joven tampoco daba mucha confianza de que pudiera dar un combate sencillo, su musculatura indicaba que podía destrozar sin problema alguno cualquier marioneta o hueso.
—No sé que están haciendo aquí, pero no voy a permitir que les hagáis nada sin pedirles explicaciones... —Su voz temblaba y unas lágrimas le caían por las mejillas. —Ahora llegarán los Kiroga y sabéis mejor que yo que no les gustan las tonterías... Tenemos que hacer algo con ellos, rápido.
—Déjate de tonterías, huye con nosotros... Sabes que esta no es una buena vida, hazlo por ti y por tu madre...
El amejin palideció, más de su tono de piel habitual si es posible, ante las palabras de la hija del samurai y comenzó a retroceder, pero algo chocó con el y cayó al suelo.
—¿Eh? —Se giró para comprobar que la había pasado a su compañero cuando una mano se apoyó en su hombro.
Cuando el kazejin elevó su vista vio a un señor excesivamente mayor, de cara arrugada y pelo completamente blanco. Vestía una gran cantidad de largas telas ónices, pero lo que más le llamó su atención fue la mano de aquel señor. Era una mano de marioneta y en ese momento entendió que ese señor era una marioneta humana. Itona le había hablado de ello, marionetistas de muy alto nivel que modifican su propio cuerpo imposibilitando el paso del tiempo... Es básicamente alcanzar la inmortalidad. Esto aterró al shinobi del Remolino, el cual comenzó a retroceder y ayudó a levantarse a su compañero, mientras le miraba con terror.
—Fa-Fakui-sama... —El viejo de la nodachi procedió a realizar una ostentosa reverencia. «¿C-cómo? No puede ser...»
Todos hicieron lo mismo, incluso la joven que tenían frente a ellos recogió su túnica y su kasa y se unió a la reverencia. Parecían adorarle, cómo a un líder, un Daimyō... Un dios.
—K-kisame... —Le susurró a su amigo. —¿Q-qué hacemos? Huimos de aquí, ¿no? —El terror era indeleble de su rostro.
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