Este foro utiliza cookies
Este foro utiliza cookies para guardar tu información de inicio de sesión si estás registrado, y tu última visita si no lo estás. Las cookies son pequeños documentos de texto guardados en tu ordenador; las cookies establecidas por este foro sólo pueden ser utilizadas en este mismo sitio y no poseen riesgos de seguridad. Las cookies de este foro también llevan un registro de los temas que has leído y cuándo fue la última vez que los leíste. Los administradores NO tienen acceso a esta información, sólo TU NAVEGADOR. Por favor confirma si aceptas el establecimiento de estas cookies.

Se guardará una cookie en tu navegador sea cual sea tu elección para no tener que hacerte esta pregunta otra vez. Podrás cambiar tus ajustes sobre cookies en cualquier momento usando el link en el pie de página.
Otoño-Invierno de 221

Fecha fijada indefinidamente con la siguiente ambientación: Los ninjas de las Tres Grandes siguen luchando contra el ejército de Kurama allá donde encuentran un bastión sin conquistar. Debido a las recientes provocaciones del Nueve Colas, los shinobi y kunoichi atacan con fiereza en nombre de la victoria. Kurama y sus generales se encuentran acorralados en las Tierras Nevadas del Norte, en el País de la Tormenta. Pero el invierno está cerca e impide que cualquiera de los dos bandos avance, dejando Oonindo en una situación de guerra fría, con pequeñas operaciones aquí y allá. Las villas requieren de financiación tras la pérdida de efectivos en la guerra, y los criminales siguen actuando sobre terreno salpicado por la sangre de aliados y enemigos, por lo que los ninjas también son enviados a misiones de todo tipo por el resto del mundo, especialmente aquellos que no están preparados para enfrentarse a las terribles fuerzas del Kyuubi.
Lamentablemente, si, era un señuelo —admitió ella—. Por las descripciones comprendí que se trataba del barco avistado por los aldeanos; después de todo en las aldeas cercanas nadie tenía tanto dinero para costear algo tan grande. Y bueno, siendo un señuelo, decidí que lo más sensato era regresar al pueblo y verificar la situación.

Pensé que habría destruido el barco —se atrevió a decir Kazuma.

Unos años antes lo hubiese hecho; pero para entonces ya había aprendido que gastar energías destruyendo más de lo necesario era una novatada, por lo que me limite a inhabilitar el timón y las velas, de manera que no podrían navegar, aunque quisieran.

»Luego de eso, me dirigí a la aldea a toda velocidad —continuo mientras que fuera comenzaban a caer pequeña gotas de agua—. Fui honesta conmigo misma y esperé lo peor, que el pueblo estuviese bajo ataque y mis subordinados atrincherados en el centro del mismo… Sin embargo, un fulgor naranja elevándose en la oscuridad de la noche me anticipo que estaba siendo demasiado optimista.

»Cuando llegue al pueblo todo era un caos: había fuego y bandidos por todas partes. Por si fuera poco, no solo estaban bien armados, sino que eran más de los que esperábamos. Me moví al centro del pueblo y por el camino despaché algunos. Su debilidad me extraño, pues no deberían de representar gran problema para mi grupo de subordinados. Aun así, ¿Por qué el pueblo estaba hecho semejante desastre?

»En el centro del pueblo me encontré con las respuesta: habían barrido con mis subordinados y solo quedaba de pie el chūnin, luchando contra un hombre que parecía estar solo jugando con él.

»Luego me entere de que habían atacado el pueblo justo después de que me marchara, con lo que no había dado tiempo de reunir a todos los aldeanos en la casa del líder. Mi grupo se refugió allí, pero entre los bandidos había un hombre que era demasiado fuerte como para hacerle frente. Los genin habían quedado fuera de combate, y si lo mismo no había pasado con el chūnin era porque este se había enfocado en mantenerse hasta que yo llegara y porque su enemigo estaba jugando con él.

»Había mucho que no sabía, pero mi deber era claro: estaban atacando el pueblo y debía de acabar con aquella amenaza, que en ultima instancia era mi misión. Le ordene a mi subordinado que defendiera el edificio mientras yo me encargaba del resto.

Se detuvo un momento y dirigió su oreja hacia el cielo, para escuchar los retumbares de algunos truenos que prometían una fuerte lluvia.

Fiel a manera de actuar, ataque primero y apuntando a matar —continuó—. Sentía que, si acababa con aquel sujeto y no había más reveses, lo demás seria sencillo. Por supuesto, no subestime a mi oponente: su aspecto era el de un bandido cualquiera, pero el hecho de que ni se inmutara cuando libere de un pergamino mis dos marionetas definitivas me dio a entender que no era alguien común. Además, estaba el hecho de que mi subordinado no había podido siquiera hacerle daño, con lo que cuando menos debía ser de nivel cercano a jōnin.

»¿Qué hacia un sujeto como aquel en una banda de asaltantes? De momento no me interesaba, pero sabía que no era algo normal. Como no fue normal lo que paso cuando ataque: arroje mis marionetas, una esgrimiendo un par de katanas y la otra rodeándole para atacarle con el gancho retráctil. Mi enemigo no se movió, sino que recibió los ataques, dejando que sus ropas de despedazasen, pero sin derramar una gota de sangre.

»De alguna manera, su cuerpo era invulnerable a las armas de filo o tenía una técnica que emulaba esto. Se quitó la túnica y mostro un cuerpo robusto, con un par de brazos que parecían esculpidos en granito. Bufe y le dedique una mirada despectiva, no era el primer fanfarrón resistente con el que me enfrentaba. Hizo retroceder a mis marionetas y arroje hacia su posición un dragón de flamas. Las llamas rugieron y se abalanzaron sobre él, pero fueron detenidas por un muro de tierra. Aun así, eso estaba dentro de mis previsiones: por encima de él, una de mis marionetas derramo una nube de humo venenoso. El la aspiro y tosió, aquello me satisfizo; pues si era tan resistente como para hacerle daño directo, solo tendría que irlo desgastando lentamente.

»De nuevo arroje mis marionetas, buscando descargar las bombas incendiarias que tenían. Sin embargo, mi enemigo entendió mi táctica y comenzó a realizar maniobras evasivas. Desde afuera puede que pareciera que dominaba la situación, pues me encontraba atacando a una distancia segura; pero la verdad es que aquel sujeto me estaba haciendo sudar. Ciertamente le tenía corriendo de un lado a otro, pero no conseguía una apertura. Por si fuera poco, de vez en cuando utilizaba alguna técnica para modificar el terreno y complicarme las cosas, además de que podía percibir que esperaba a que cometiera el mas mínimo error en el posicionamiento de mis marionetas para atacarme.

»En aquella situación, y viendo que la táctica del veneno era demasiado tardada, decidí jugármela. Separé mis marionetas y abrí una brecha en mis defensas, el aprovecho para atacarme. Cuando se acercó, mis marionetas le rodearon y descargaron sobre sus piernas las bombas incendiarias. Por un instante se arrodillo, herido, y pensé que lo tenía; pero lo cierto es que era el quien me tenían a mí. Activo una técnica que había estado preparando, y desde el suelo que se hallaba justo frente a él se levantaron innumerables guijarros. Por mero instinto me cubrí con mis marionetas, y eso fue lo que me salvo. Las piedras se arrojaron sobre mi como una tempestad y con la velocidad de un rayo. Las dos casas tras de mis quedaron reducidas a escombros, mis dos marionetas resultaron bastante dañadas y uno de los guijarros me había golpeado un costado de la cara con tanta fuerza que me había reventado el ojo.

»Estaba herida, pero la adrenalina era tanta que solo podía pensar en matar al desgraciado que había hecho que la mitad de mi mundo visible se volviera negra. Él también estaba herido, sus piernas debían arder como brazas luego de mi último ataque, por lo que no podría correr y evadirme como antes.

»Maltrechos, pero aun con fuerza, continuamos la lucha: durante minutos todo fueron llamas surcando la noche y la tierra retorciéndose como si despertara encolerizada. En cierto punto, arroje sobre él mis marionetas; pero no para atacarle, sino para inmovilizarle mientras ejecutaba una técnica que con un simple sello explosivo le mandaría a volar por los aires. Ambos entendiamos la situación: yo estaba sacrificando mis marionetas y él estaba demasiado herido para esquivar el ataque. La explosión no tardo en emerger desde debajo de sus pies, desintegrando mis marionetas e iluminando la noche, provocando un leve temblor y una onda de choque me que hizo caer.

»Por un instante sentí la victoria, hasta que vi como entre las ascuas que yacían en el reciente boquete, se erguía una figura amenazadora. El muy degenerado se había protegido con una especie de armadura de piedra. Mi primera reacción fue ponerme en guardia, pero había gastado demasiado chakra de golpe. Por un instante le perdí de vista, y para cuando le vi de nuevo estaba a mi lado.

»Recuerdo que sus manos juntas tomaron la forma de una boca de tigre, y que se movieron tan rápido que ni siquiera pude reaccionar. Lo siguiente que supe, es que me había arrancado el brazo; y no por el dolor, porque no sentí nada, sino porque lo vi flotando frente a mi junto con un roció de sangre, moviéndose lentamente como si el flujo del tiempo se detuviera.

Allí hizo una pausa y desde debajo de las túnicas movió lo que restaba del brazo que había perdido, mostrando que se lo habían arrancado solo un poco por debajo del hombro. Fuera comenzó a llover, y pese a que tenían a la maestra justo frente a ellos, en la historia parecía que podía darse por muerta.
[Imagen: aab687219fe81b12d60db220de0dd17c.gif]
Responder


Mensajes en este tema
Saki, el arte viviente - por Hanamura Kazuma - 28/12/2019, 03:43
RE: Saki, el arte viviente - por Hanamura Kazuma - 5/05/2020, 22:35


This forum uses Lukasz Tkacz MyBB addons.