6/05/2020, 12:24
—No estamos muertos, Hana-san,y no lo estaremos. Nadie morirá hoy, te lo prometo.
No supo si fue el tono, la confianza, las palabras en sí o la sonrisa del kusajin, pero Hana se tranquilizó casi del todo. Aunque seguía inquieta, ya estaba lejos del shock inicial en que había entrado por las palabras del hombre. Asintió a Daigo y aceptó la mano de Ranko, aunque se sentía como una niña pequeña rodeada de gente tan calmada y responsable. Tal vez era ella la infantil por creer en fantasmas, pero es que hay cosas que no se pueden explicar, cosas sobrenaturales.
Sin embargo, se infló de valor gracias a Ranko y Daigo. No podía estar todo el rato lloriqueando por detrás, pero no soltó la mano de la kunoichi, se sentía más segura agarrada a algo humano. Claramente los espiritus no podrían llevarsela si estaba cogida de otro ser vivo.
—. Ha-hace un tiempo f-fui a Yachi y m-me topé con una chica. Bu-bueno, ella se topó conmigo, a-apareció de detrás de un árbol y ca-casi me da un infarto, je. S-su nombre era… ¿es? Aotsuki Ayame-san. Y-yo no conocía e-el pueblo, p-pero ella fue amable y me-me mostró una posada m-muy bonita. P-podría haberme dejado s-sin rumbo, o-o podría haberme atacado detrás d-de ese árbol…
»Pero me mostró el camino.
No sabía muy bien qué quería decir Ranko, ¿había cambiado de tema sin más? ¿O había un mensaje oculto? Igual era simplemente para obviar que estamos en el punto de mira de un fantasma.
Hana solo asintió.
Siguieron andando, de árbol marcado a árbol marcado, no tardaron en perder de vista la casa. Unos minutos más tarde, llegarían a un punto en que no se veían más árboles marcados. Simplemente había una marca en rojo y no había más colores ni más árboles marcados delante, solo detrás los que ya habían pasado.
— ¿Y... y ahora qué? — no estaba asustada, o eso se decía a sí misma, pero tenía los nervios a flor de piel, moviendo una pierna ritmicamente de los nervios. — ¿Dijo algo de cuando acabasen las marcas?
Miró a Ranko con esperanza. Con esperanza de que no dijese lo que ella sabía. La tumba del fantasma. Eso es lo que había al final de las marcas. Tragó saliva. La tumba de Kiyoshi debería estar por allí. Y si estaba su tumba...
Hana miraba de un lado a otro, esperando ver algo. Algo sobrenatural.
No supo si fue el tono, la confianza, las palabras en sí o la sonrisa del kusajin, pero Hana se tranquilizó casi del todo. Aunque seguía inquieta, ya estaba lejos del shock inicial en que había entrado por las palabras del hombre. Asintió a Daigo y aceptó la mano de Ranko, aunque se sentía como una niña pequeña rodeada de gente tan calmada y responsable. Tal vez era ella la infantil por creer en fantasmas, pero es que hay cosas que no se pueden explicar, cosas sobrenaturales.
Sin embargo, se infló de valor gracias a Ranko y Daigo. No podía estar todo el rato lloriqueando por detrás, pero no soltó la mano de la kunoichi, se sentía más segura agarrada a algo humano. Claramente los espiritus no podrían llevarsela si estaba cogida de otro ser vivo.
—. Ha-hace un tiempo f-fui a Yachi y m-me topé con una chica. Bu-bueno, ella se topó conmigo, a-apareció de detrás de un árbol y ca-casi me da un infarto, je. S-su nombre era… ¿es? Aotsuki Ayame-san. Y-yo no conocía e-el pueblo, p-pero ella fue amable y me-me mostró una posada m-muy bonita. P-podría haberme dejado s-sin rumbo, o-o podría haberme atacado detrás d-de ese árbol…
»Pero me mostró el camino.
No sabía muy bien qué quería decir Ranko, ¿había cambiado de tema sin más? ¿O había un mensaje oculto? Igual era simplemente para obviar que estamos en el punto de mira de un fantasma.
Hana solo asintió.
Siguieron andando, de árbol marcado a árbol marcado, no tardaron en perder de vista la casa. Unos minutos más tarde, llegarían a un punto en que no se veían más árboles marcados. Simplemente había una marca en rojo y no había más colores ni más árboles marcados delante, solo detrás los que ya habían pasado.
— ¿Y... y ahora qué? — no estaba asustada, o eso se decía a sí misma, pero tenía los nervios a flor de piel, moviendo una pierna ritmicamente de los nervios. — ¿Dijo algo de cuando acabasen las marcas?
Miró a Ranko con esperanza. Con esperanza de que no dijese lo que ella sabía. La tumba del fantasma. Eso es lo que había al final de las marcas. Tragó saliva. La tumba de Kiyoshi debería estar por allí. Y si estaba su tumba...
Hana miraba de un lado a otro, esperando ver algo. Algo sobrenatural.