28/12/2015, 03:11
Estaba de visita con mi padre en la montaña más alta del país de la tierra más que un viaje de conocimiento era un viaje de entrenamiento pues ya que para subir a la montaña había que subir una inmensa cantidad de escaleras y para esto se tenía que tener un buen físico así que además de aprovechar las pequeñas vacaciones de mi padre podríamos entrenar un poco para que así yo pudiera mejorar; mi padre era una de las pocas personas que aliviaba la tristeza que generaba mi hermano en mi, el siempre estaba pensando en mí.
Tardamos un buen tiempo subiendo las escaleras, parecían infinitas cuando empezamos estaba exhausto, tomaba agua cada cinco minutos pero en vez de refrescarme, el agua congelaba mi garganta pues la altura era tanta que el frió quemaba mis mejillas y los vientos erizaban mi piel.
— ¿Padre cuando llegaremos?, estoy cansado —
— Aún no vamos ni en al mitad Haruto, acaso no quieres ser un ninja excepcional — me dijo con una gran sonrisa, pues él sabía que eso era lo que yo mas quería, así que saque un poco más de fuerzas y acelere el paso dejándolo atrás vamos a que no me alcanzas grite. Pasaron un par de horas y a lo lejos pudimos divisar a un viajero mas, no parecía ser una persona adulta y cuando nos acercamos nos dimos cuenta que era otro chico aparecer de mi edad y vestía un yukata de un azul apagado y oscuro, abierto hasta el pecho.
— Buenas, que haces por aquí tan solo — dijo mi padre.
Tardamos un buen tiempo subiendo las escaleras, parecían infinitas cuando empezamos estaba exhausto, tomaba agua cada cinco minutos pero en vez de refrescarme, el agua congelaba mi garganta pues la altura era tanta que el frió quemaba mis mejillas y los vientos erizaban mi piel.
— ¿Padre cuando llegaremos?, estoy cansado —
— Aún no vamos ni en al mitad Haruto, acaso no quieres ser un ninja excepcional — me dijo con una gran sonrisa, pues él sabía que eso era lo que yo mas quería, así que saque un poco más de fuerzas y acelere el paso dejándolo atrás vamos a que no me alcanzas grite. Pasaron un par de horas y a lo lejos pudimos divisar a un viajero mas, no parecía ser una persona adulta y cuando nos acercamos nos dimos cuenta que era otro chico aparecer de mi edad y vestía un yukata de un azul apagado y oscuro, abierto hasta el pecho.
— Buenas, que haces por aquí tan solo — dijo mi padre.