28/12/2015, 17:52
Datsue se limitó a sonreír ante el cumplido de Haruto y se apretujó bajo el saco de dormir, soñoliento. No había conseguido averiguar qué contenían aquellos pergaminos de tanto valor para la Aldea, pero la historia no había estado mal.
Como siempre que luchaba por quedarse dormido, una marea incesante de pensamientos invadió su mente. ¿Sería verdad que los Genjutsus auditivos no le afectarían? Era algo que no podía saber, pues nunca había caído en ninguno.
Un nuevo oleaje arrastró aquella idea, trayendo consigo otra nueva: y si, aprovechando que estaban dormidos, ¿les robaba? Necesitaba el dinero de forma urgente, y no lo conseguiría con trabajos legales. No, si quería reunir el suficiente en el tiempo justo, tendría que mancharse las manos.
Si no fueran de Taki… O si no les hubiese dicho mi nombre real… ¡Baka! ¿Por qué fui tan tonto? A partir de ahora tengo que empezar a dar nombres falsos. No sirve de nada que lleve la bandana escondida para luego dar mi nombre y procedencia al primer desconocido que se me presenta.
Enfurruñado por su error, dio media vuelta entre el saco, dándole la espalda a las tiendas de campaña y al fuego, que todavía crepitaba, débil, bajo el firmamento oscuro.
Entonces, otro pensamiento llegó a su cabeza, y con él, un escalofrío. ¿Y si él era el incauto? ¿Y si aquellos dos no eran mas que unos bandidos? Quizá toda aquella simpatía y educación no era más que una máscara, una treta para que se confiase y, cuando se quedase dormido, robarle.
Pero no seré tan tonto. ¡Ja! Van listos si creen que podrán engatusarme. Me haré el dormido, eso es. Me haré el dormido y dejaré que ellos se confíen… Sí… Y cuando estén con las manos en la masa… Sí, cuando estén…
Sus pensamientos fueron perdiendo intensidad y sentido, a medida que su conciencia se adentraba en el mundo onírico...