18/05/2020, 03:01
Para cuando quiso darse cuenta, el tiempo se les venía encima. La noche había caído, y con ello las malas bestias salían de sus guaridas, creyéndose reyes bajo la penumbra. Aparecieron los tres restantes, o al menos eso pudo suponer Etsu para cuando vio el panorama. Uno de ellos encajaba perfectamente con la descripción que le habían dado sobre el supuesto más fuerte de ellos, todo un mastodonte. Por otro lado, no dejaban de ser 3 contra 1, y quizás conocedores de ninjutsu.
El peligro era realmente significativo.
Por ello, primero optó por que Akane trajese a Rao hasta un lugar donde pudiese dirigirle la palabra. Akane mordería las prendas del campesino, tratando de guiarlo hasta un lugar donde no hubiese nadie. Allí, Etsu aún disfrazado de can se acercaría al tuerto, y disimilaría un poco hasta estar totalmente seguro de que nadie los podía escuchar.
—Rao, soy yo... escúchame con atención. —se presentó. —Todo éso de ahí, se ha ido mucho de las manos. He descubierto que los cuatro trafican con armas de shinobis, y que pueden incluso ser antiguos renegados. Traté de alejar a los campesinos con unas de esas bombas de humo, pero resultaron ser inflamables, y terminaron explotando al contacto con las antorchas...
»No hay excusa, lo siento mucho por lo sucedido... jamás pensé que pudiese pasar algo así... pero... pero eso no cambia lo que pasó. Soy el responsable de eso...
»Te pido un único favor, déjame compensarlo deteniendo a los cuatro. Voy a acabar con ellos ya que están aquí, y cuando haya acabado, me presentaré como responsable de lo sucedido, y que... quien deba, me imponga un castigo por lo sucedido...
Hasta no saber si tenía el beneplácito de Rao, no podía continuar. Tenía que saber si al menos le dejaba continuar con la misión, si tenía aún esa posibilidad. Además, en caso de ser así necesitaría una última cosa de él.
—Si estás de acuerdo, necesito que intentes alejar a la gente de la plaza, que trates de que todos se vayan lo más lejos posible. No sé de qué son capaces, y no quiero que nadie más corra peligro.
El peligro era realmente significativo.
Por ello, primero optó por que Akane trajese a Rao hasta un lugar donde pudiese dirigirle la palabra. Akane mordería las prendas del campesino, tratando de guiarlo hasta un lugar donde no hubiese nadie. Allí, Etsu aún disfrazado de can se acercaría al tuerto, y disimilaría un poco hasta estar totalmente seguro de que nadie los podía escuchar.
—Rao, soy yo... escúchame con atención. —se presentó. —Todo éso de ahí, se ha ido mucho de las manos. He descubierto que los cuatro trafican con armas de shinobis, y que pueden incluso ser antiguos renegados. Traté de alejar a los campesinos con unas de esas bombas de humo, pero resultaron ser inflamables, y terminaron explotando al contacto con las antorchas...
»No hay excusa, lo siento mucho por lo sucedido... jamás pensé que pudiese pasar algo así... pero... pero eso no cambia lo que pasó. Soy el responsable de eso...
»Te pido un único favor, déjame compensarlo deteniendo a los cuatro. Voy a acabar con ellos ya que están aquí, y cuando haya acabado, me presentaré como responsable de lo sucedido, y que... quien deba, me imponga un castigo por lo sucedido...
Hasta no saber si tenía el beneplácito de Rao, no podía continuar. Tenía que saber si al menos le dejaba continuar con la misión, si tenía aún esa posibilidad. Además, en caso de ser así necesitaría una última cosa de él.
—Si estás de acuerdo, necesito que intentes alejar a la gente de la plaza, que trates de que todos se vayan lo más lejos posible. No sé de qué son capaces, y no quiero que nadie más corra peligro.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~