22/05/2020, 03:18
Y así estuvieron hasta el atardecer, dándole vida a una música que jamás se habría escuchado en ninguna parte, precisamente porque una parte era el tocar típico de Inaka y la otra eran los ritmos bucólicos del Paraje sin Sol. Algunas criadas se habían quedado escuchando, aunque eran tan silenciosas que apenas se notaba su presencia.
—Eso ha sido agradable —dijo en cuanto tuvo suficiente, dejando la flauta a un lado.
En eso llego la maestra, cubierta por una gruesa capa que la protegía del frio, que ella sentía más fuertemente.
—Ya veo, eran ustedes quienes hacían música —dijo con tono animado—. Venga, ya pronto será momento de cenar. Además, si se quedan aquí cogiendo sereno seguro les da una gripe.
Y con aquella invitación, les llevo hasta otra habitación mas cálida, en donde habrían de estar los tres esperando por la cena prometida.
—Eso ha sido agradable —dijo en cuanto tuvo suficiente, dejando la flauta a un lado.
En eso llego la maestra, cubierta por una gruesa capa que la protegía del frio, que ella sentía más fuertemente.
—Ya veo, eran ustedes quienes hacían música —dijo con tono animado—. Venga, ya pronto será momento de cenar. Además, si se quedan aquí cogiendo sereno seguro les da una gripe.
Y con aquella invitación, les llevo hasta otra habitación mas cálida, en donde habrían de estar los tres esperando por la cena prometida.
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