1/06/2020, 23:10
(Última modificación: 2/06/2020, 00:07 por Inuzuka Etsu. Editado 1 vez en total.)
El tiempo de descanso había pasado, o mejor dicho, el tiempo de recuperación. Etsu de seguro no había sido el único mal parado en la anterior contienda, y de no ser por ese lapso de tiempo, seguramente ni se hubiese podido presentar al nuevo desafío. Seguramente a otros les hubiese pasado igual.
El día Y había llegado, y aunque poco había cambiado desde la última vez —en la habitación solo había un vaso de agua—, había un pequeño gran detalle que sí había cambiado. En ésta precisa ocasión, al parecer todos los participantes sabían el nombre de a quién iban a enfrentar de antemano. Para el rastas, esa valiosa información era tan interesante como una mierda de gato. Literalmente, no tenía ni puta idea de quién era el llamado "King Roga".
—Tío, a saber quién es éste... vaya nombre —se quejó a su can. —¿Alguna vez habías escuchado algo parecido?
»En fin, lo importante es que en ésta ocasión vayamos decididos. La primera ronda nos fue mal por la circunstancia, y la segunda recibimos una paliza por confiados... En ésta hay que dar un buen espectáculo, hermano.
—Rrrrri.
Las puertas del habitáculo se abrieron, pero para cuando eso sucedió ya estaban los dos preparados. Akane y Etsu lucían prácticamente iguales, casi parecían indígenas de las tierras nevadas. con los cabellos de rastas acabados en monedas de oro. Las prendas que vestían no se alejaba demasiado del lore, lo único que parecía arraigado a la cultura shinobi era la bandana de Kusagakure y aquél portaobjetos al que tan poco uso le daba. Ni sus armas parecían las de un shinobi, aunque... al menos compartía dos cosas con el oficio del asesino, llevaban una máscara para ocultar su rostros, y vestían prendas que buscaban con sus tonos la penumbra.
Para cuando salieron al ruedo, pudieron ver a un carismático oponente. El chico también podía parecer de todo menos un shinobi, tan solo su bandana avisaba de su condición. De hecho, para cuando los Inuzuka se adentraron hasta el centro del ring, el de Amegakure tocaba una triste y tétrica canción. El de la lluvia llamaba la atención del público con su letra, y con los acordes de su extraña guitarra.
Etsu no lo interrumpió, cada cuál tenía en éste torneo sus propias motivaciones, y quizás la de éste pobre loco era promocionarse como cantante y dejar la vida de la violencia. No era nadie para cuestionar los motivos de su antagonista, pues él y Akane tenían los suyos propios.
—Inuzuka Etsu e Inuzuka Akane —expuso el rastas tras su máscara blanca. —Suerte, y que gane el mejor.
¿Qué mas decir a ese desconocido? La verdad, poco más tenía que añadir. No iba a halagar o desprestigiar su melodía, era algo que realmente poco tenía que ver con lo que habían ido a hacer. Tan solo quedaba una cosa por hacer, y lo hicieron ambos Inuzuka justo tras las palabras del rastas; ambos realizaron el sello de la confrontación, y saludaron con una breve y efímera reverencia a los líderes, así como a su oponente.
Quizás en éste día tan soleado, el Inuzuka estaba demasiado concentrado.
El día Y había llegado, y aunque poco había cambiado desde la última vez —en la habitación solo había un vaso de agua—, había un pequeño gran detalle que sí había cambiado. En ésta precisa ocasión, al parecer todos los participantes sabían el nombre de a quién iban a enfrentar de antemano. Para el rastas, esa valiosa información era tan interesante como una mierda de gato. Literalmente, no tenía ni puta idea de quién era el llamado "King Roga".
—Tío, a saber quién es éste... vaya nombre —se quejó a su can. —¿Alguna vez habías escuchado algo parecido?
»En fin, lo importante es que en ésta ocasión vayamos decididos. La primera ronda nos fue mal por la circunstancia, y la segunda recibimos una paliza por confiados... En ésta hay que dar un buen espectáculo, hermano.
—Rrrrri.
Las puertas del habitáculo se abrieron, pero para cuando eso sucedió ya estaban los dos preparados. Akane y Etsu lucían prácticamente iguales, casi parecían indígenas de las tierras nevadas. con los cabellos de rastas acabados en monedas de oro. Las prendas que vestían no se alejaba demasiado del lore, lo único que parecía arraigado a la cultura shinobi era la bandana de Kusagakure y aquél portaobjetos al que tan poco uso le daba. Ni sus armas parecían las de un shinobi, aunque... al menos compartía dos cosas con el oficio del asesino, llevaban una máscara para ocultar su rostros, y vestían prendas que buscaban con sus tonos la penumbra.
Para cuando salieron al ruedo, pudieron ver a un carismático oponente. El chico también podía parecer de todo menos un shinobi, tan solo su bandana avisaba de su condición. De hecho, para cuando los Inuzuka se adentraron hasta el centro del ring, el de Amegakure tocaba una triste y tétrica canción. El de la lluvia llamaba la atención del público con su letra, y con los acordes de su extraña guitarra.
Etsu no lo interrumpió, cada cuál tenía en éste torneo sus propias motivaciones, y quizás la de éste pobre loco era promocionarse como cantante y dejar la vida de la violencia. No era nadie para cuestionar los motivos de su antagonista, pues él y Akane tenían los suyos propios.
—Inuzuka Etsu e Inuzuka Akane —expuso el rastas tras su máscara blanca. —Suerte, y que gane el mejor.
¿Qué mas decir a ese desconocido? La verdad, poco más tenía que añadir. No iba a halagar o desprestigiar su melodía, era algo que realmente poco tenía que ver con lo que habían ido a hacer. Tan solo quedaba una cosa por hacer, y lo hicieron ambos Inuzuka justo tras las palabras del rastas; ambos realizaron el sello de la confrontación, y saludaron con una breve y efímera reverencia a los líderes, así como a su oponente.
Quizás en éste día tan soleado, el Inuzuka estaba demasiado concentrado.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~