3/06/2020, 14:16
—Gracias —suspiró Daigo, visiblemente aliviado.
Y Ayame correspondió con una inclinación de cabeza. No le agradaba que las aldeas estuviesen enemistadas, pero podía comprender el odio que subyacía a las decisiones de la Morikage. Ayame, por su parte, no les guardaba ningún tipo de rencor, por lo que simplemente se limitaba a intentar no provocar la ira de Kintsugi.
—Sí, supongo que sí... —respondió el de Kusagakure, apartando la mirada con la mano en la nuca—, además, no debería de estar aquí mucho tiempo, ¿no? —añadió, con una sonrisa amable—. Mucha suerte con tu entrenamiento, Aotsuki-san.
—E... ¡Espera, Daigo! Eh... —exclamó Ayame , alargando la mano hacia él en un repentino impulso. ¿Por qué le detenía? Ni ella misma lo sabía, y por eso titubeó un poco antes de encontrar una excusa adecuada—. No lo he olvidado. Lo que hiciste por mí en el Valle del Fin frente a Kuroyuki. Gracias —sonrió, sincera.
Aunque Daigo no consiguiera ganarle el tiempo suficiente para que pudiera escapar de las gélidas garras de la General, la intención había estado ahí. Y eso era algo que Ayame agradecía profundamente.
—Esto... ¿Puedo... preguntarte acerca de Kota? He oído que fue expulsado del Torneo y es amigo mío... ¡Si no puedes decirme nada, lo entenderé, no te preocupes por eso! —agregó rápidamente, agitando las manos en el aire.
Y Ayame correspondió con una inclinación de cabeza. No le agradaba que las aldeas estuviesen enemistadas, pero podía comprender el odio que subyacía a las decisiones de la Morikage. Ayame, por su parte, no les guardaba ningún tipo de rencor, por lo que simplemente se limitaba a intentar no provocar la ira de Kintsugi.
—Sí, supongo que sí... —respondió el de Kusagakure, apartando la mirada con la mano en la nuca—, además, no debería de estar aquí mucho tiempo, ¿no? —añadió, con una sonrisa amable—. Mucha suerte con tu entrenamiento, Aotsuki-san.
—E... ¡Espera, Daigo! Eh... —exclamó Ayame , alargando la mano hacia él en un repentino impulso. ¿Por qué le detenía? Ni ella misma lo sabía, y por eso titubeó un poco antes de encontrar una excusa adecuada—. No lo he olvidado. Lo que hiciste por mí en el Valle del Fin frente a Kuroyuki. Gracias —sonrió, sincera.
Aunque Daigo no consiguiera ganarle el tiempo suficiente para que pudiera escapar de las gélidas garras de la General, la intención había estado ahí. Y eso era algo que Ayame agradecía profundamente.
—Esto... ¿Puedo... preguntarte acerca de Kota? He oído que fue expulsado del Torneo y es amigo mío... ¡Si no puedes decirme nada, lo entenderé, no te preocupes por eso! —agregó rápidamente, agitando las manos en el aire.