5/06/2020, 03:01
El Inuzuka, incluso con su poca capacidad de hablar con otras personas, consiguió a base de determinación y razonamiento que el tuerto confiase en las posibilidades que aún habían en pié. Rendirse y dejar las cosas peor que como las habían encontrado no era para nada una opción, debían actuar para que al menos el ciclo terminase de una vez por todas. Necesitaban parar de un puta vez esa maldita rueda llamada desdicha. El hombre hasta sonrió, y aseguró tener la manera de hacer correr al resto de los paisanos. Con las mismas echó a correr en lo que Etsu buscaba cobijo para deshacer la técnica.
Lo que nunca llegó a esperar es que la infalible manera de asustar a los civiles por parte de Rao no fuese otra que usarlo a modo de hombre del saco. Eso le tocó bien duro en la patata a Etsu, quisiera o no era consciente de todo el dolor que había provocado por una acción tan absurda. Tenía una cara tremenda sobre los hombros, abrumadora...
Era peor que el jodido hombre del saco.
Tragó saliva, e hizo de tripas corazón. No le quedaba otra, debía acabar lo que había empezado. Así pues comenzó a andar tal y como bien había practicado tanto tiempo, imitando a una persona ebria. Se arrastró por la pared de la casa que tenía más próxima a la calle, buscando desembocar en la plaza de nuevo. Todos corrían buscando refugio del Inuzuka, lo temían más incluso que a Los Cuatro, y aun estando ellos intentando tranquilizar las cosas, no podían. La situación se les iba de las manos, justo lo que el rastas necesitaba. Cuanta menos ente hubiese de por medio, menos podrían ser victimas indirectas.
—¡Eeeehhh... túuUU! ¡G-gorDOooo! —señaló ni más ni menos que al más grande. —Liiinpia éss-toque... n-noooOOO veah commo l-o tiene...
Se apoyó sobre la pared con la mayor parte del cuerpo, como si apenas pudiese con su alma, en lo que pasaba la mano por su cara. Sus ojos buscaron entre los pocos que habían allí, escogiendo al afortunado Puma.
»Y t-tu... ponme... ponme algode b-de bebe...
Entre tanto, las palabras con Akane sobraban. Él estaba acechando desde atrás, escondido más allá del callejón, con los oídos puestos en lo que sucedía por si debía intervenir. Que lo hiciese directamente podía ser un poco más incriminador para identificarlo como shinobi, lo cuál no querían.
Lo que nunca llegó a esperar es que la infalible manera de asustar a los civiles por parte de Rao no fuese otra que usarlo a modo de hombre del saco. Eso le tocó bien duro en la patata a Etsu, quisiera o no era consciente de todo el dolor que había provocado por una acción tan absurda. Tenía una cara tremenda sobre los hombros, abrumadora...
Era peor que el jodido hombre del saco.
Tragó saliva, e hizo de tripas corazón. No le quedaba otra, debía acabar lo que había empezado. Así pues comenzó a andar tal y como bien había practicado tanto tiempo, imitando a una persona ebria. Se arrastró por la pared de la casa que tenía más próxima a la calle, buscando desembocar en la plaza de nuevo. Todos corrían buscando refugio del Inuzuka, lo temían más incluso que a Los Cuatro, y aun estando ellos intentando tranquilizar las cosas, no podían. La situación se les iba de las manos, justo lo que el rastas necesitaba. Cuanta menos ente hubiese de por medio, menos podrían ser victimas indirectas.
—¡Eeeehhh... túuUU! ¡G-gorDOooo! —señaló ni más ni menos que al más grande. —Liiinpia éss-toque... n-noooOOO veah commo l-o tiene...
Se apoyó sobre la pared con la mayor parte del cuerpo, como si apenas pudiese con su alma, en lo que pasaba la mano por su cara. Sus ojos buscaron entre los pocos que habían allí, escogiendo al afortunado Puma.
»Y t-tu... ponme... ponme algode b-de bebe...
Entre tanto, las palabras con Akane sobraban. Él estaba acechando desde atrás, escondido más allá del callejón, con los oídos puestos en lo que sucedía por si debía intervenir. Que lo hiciese directamente podía ser un poco más incriminador para identificarlo como shinobi, lo cuál no querían.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~