5/06/2020, 20:32
Y Daigo respondió lanzando un propio puño. Un puño envuelto en cadenas metálicas y un extraño flujo de viento a su alrededor.
«Oh, no...» Maldijo. ¿Pero cómo no se había fijado en las cadenas que llevaba en los antebrazos? Fuera como fuese, era tarde para retractarse.
Los dos puños chocaron violentamente y Ayame gimió al sentir un afilado dolor en sus nudillos. De un momento para otro, los dos shinobi salieron disparados en direcciones opuestas, ella en dirección al suelo, prácticamente donde estaba la réplica de Daigo. Pero justo en el momento del impacto, su cuerpo estalló súbitamente en una masa de agua que golpeó el suelo y terminó convirtiéndose en un charco calmo.
Hasta que una afilada espina surgió de entre sus aguas, buscando atravesar el cuerpo de la réplica.
De acertar, Ayame recuperaría su forma corpórea entre quejidos de dolor. Su mano derecha sangraba por los cortes que se había hecho al chocar contra el puño de Daigo. No le preocupaba demasiado, sabía que sanaría enseguida gracias a la energía del bijū que corría en su sistema circulatorio de chakra. Pero dolía. ¡Dolía de verdad!
—Buen puñetazo —le cedió, con una sonrisa torcida—. Parece que lo que dicen de los de Kusagakure es verdad.
«Oh, no...» Maldijo. ¿Pero cómo no se había fijado en las cadenas que llevaba en los antebrazos? Fuera como fuese, era tarde para retractarse.
¡BAM!
Los dos puños chocaron violentamente y Ayame gimió al sentir un afilado dolor en sus nudillos. De un momento para otro, los dos shinobi salieron disparados en direcciones opuestas, ella en dirección al suelo, prácticamente donde estaba la réplica de Daigo. Pero justo en el momento del impacto, su cuerpo estalló súbitamente en una masa de agua que golpeó el suelo y terminó convirtiéndose en un charco calmo.
Hasta que una afilada espina surgió de entre sus aguas, buscando atravesar el cuerpo de la réplica.
De acertar, Ayame recuperaría su forma corpórea entre quejidos de dolor. Su mano derecha sangraba por los cortes que se había hecho al chocar contra el puño de Daigo. No le preocupaba demasiado, sabía que sanaría enseguida gracias a la energía del bijū que corría en su sistema circulatorio de chakra. Pero dolía. ¡Dolía de verdad!
—Buen puñetazo —le cedió, con una sonrisa torcida—. Parece que lo que dicen de los de Kusagakure es verdad.