6/06/2020, 03:14
Todavía en el aire, Daigo consiguió recuperarse a tiempo para aplicar una pequeña chakra en sus brazos y piernas que le ayudaría a amortiguar la caída.
Cuando el boxeador alzó la mirada no encontró a Ayame en ningún lugar. Solo a un charco de agua y a su clon, que todavía se estaba levantando. El chico sintió miedo ¿Acaso estaba detrás suyo? ¿Estaba arriba? No. Estaba justo frente suyo y si no lo estuviera viendo con sus propios ojos no se lo habría creído de ninguna manera.
Del charco de agua salió una afilada espina que rápidamente destruyó el clon de Daigo, y luego del mismo charco surgió Ayame. No, Ayame no surgió del charco ¡Ella era el charco!
Pero por el bien de utilizar un título más apropiado, mejor digamos que ella era el Agua.
—Buen puñetazo. Parece que lo que dicen de los de Kusagakure es verdad.
El peliverde sonrió, emocionado.
—El tuyo tampoco estuvo nada mal —agitó levemente la diestra. Le dolía mucho, pero todavía podía cerrarla—. A cualquier le habrías roto el puño.
De repente, el kusajin entrelazó nuevamente sus manos en el Sello del Tigre, haciendo que otro clon apareciera a su lado en poco menos de un segundo, que agarró la ropa del original a la vez que este cogía la píldora de soldado que tenía en su portaobjetos.
«¡Vamos allá!
Mientras el genin se llevaba la píldora a la boca, el clon giró rápidamente sobre sí mismo mientras cargaba sus espectrales brazos de chakra para lanzar a su creador directamente hacia la chica.
El Kometa Daigo se dirigió con gran velocidad hacia Ayame dejando una vistosa estela verdosa tras de sí. Esperando a encontrarse a casi dos metros de Ayame antes de realizar un sello manual para soplar detrás suyo y ligeramente hacia arriba. Lo justo para pasar un poco por encima suyo en lugar de chocar directamente contra ela.
Abrió la diestra como si de una garra se tratara mientras un brillante y ruidoso chakra azulado aparecía en ella antes de ser lanzado contra Ayame, tomando la forma de miles de pequeñas y resplandecientes agujas eléctricas que amenazaron con clavarse en la espalda de la amejin.
Sin poder cambiar su inercia, el peliverde acabaría por caer rodando en el escenario si nada lo detenía mientras el clon, lento como su creador, corría para acercarse a la pelea.
Cuando el boxeador alzó la mirada no encontró a Ayame en ningún lugar. Solo a un charco de agua y a su clon, que todavía se estaba levantando. El chico sintió miedo ¿Acaso estaba detrás suyo? ¿Estaba arriba? No. Estaba justo frente suyo y si no lo estuviera viendo con sus propios ojos no se lo habría creído de ninguna manera.
Del charco de agua salió una afilada espina que rápidamente destruyó el clon de Daigo, y luego del mismo charco surgió Ayame. No, Ayame no surgió del charco ¡Ella era el charco!
Pero por el bien de utilizar un título más apropiado, mejor digamos que ella era el Agua.
—Buen puñetazo. Parece que lo que dicen de los de Kusagakure es verdad.
El peliverde sonrió, emocionado.
—El tuyo tampoco estuvo nada mal —agitó levemente la diestra. Le dolía mucho, pero todavía podía cerrarla—. A cualquier le habrías roto el puño.
De repente, el kusajin entrelazó nuevamente sus manos en el Sello del Tigre, haciendo que otro clon apareciera a su lado en poco menos de un segundo, que agarró la ropa del original a la vez que este cogía la píldora de soldado que tenía en su portaobjetos.
«¡Vamos allá!
Mientras el genin se llevaba la píldora a la boca, el clon giró rápidamente sobre sí mismo mientras cargaba sus espectrales brazos de chakra para lanzar a su creador directamente hacia la chica.
El Kometa Daigo se dirigió con gran velocidad hacia Ayame dejando una vistosa estela verdosa tras de sí. Esperando a encontrarse a casi dos metros de Ayame antes de realizar un sello manual para soplar detrás suyo y ligeramente hacia arriba. Lo justo para pasar un poco por encima suyo en lugar de chocar directamente contra ela.
Abrió la diestra como si de una garra se tratara mientras un brillante y ruidoso chakra azulado aparecía en ella antes de ser lanzado contra Ayame, tomando la forma de miles de pequeñas y resplandecientes agujas eléctricas que amenazaron con clavarse en la espalda de la amejin.
Sin poder cambiar su inercia, el peliverde acabaría por caer rodando en el escenario si nada lo detenía mientras el clon, lento como su creador, corría para acercarse a la pelea.
![[Imagen: IMG-20210515-202948-586.png]](https://i.ibb.co/fqtcMG8/IMG-20210515-202948-586.png)
¡Muchas gracias a Nao por el sensual avatar y a Ranko por la pedazo de firma!
Team pescado.