6/06/2020, 21:56
(Última modificación: 6/06/2020, 22:00 por Aotsuki Ayame. Editado 1 vez en total.)
—El tuyo tampoco estuvo nada mal —Daigo sonrió, visiblemente emocionado, y agitó la mano herida en el aire con gesto dolorido—. A cualquier le habrías roto el puño.
Ayame le devolvió la sonrisa. Puede que su técnica fuese herencia de los Hōzuki, pero a asestar golpes así lo había aprendido de su padre. Ella nunca llegaría a igualar su Shōsen, pero al menos podría imitarlo.
Daigo volvió a formular el sello del Tigre, y otra réplica, igual que la anterior, surgió junto a él. Ayame chasqueó la lengua. No sabía qué tipo de clon era aquel, desde luego no se parecía a los Kage Bunshin ni a un Mizu Bunshin, por lo que sólo podía suponer que se trataba de algún tipo de clon elemental. Y lo único que sabía era que era real, no ilusorio. En aquella ocasión fue el clon el que le cogió de la ropa mientras el original se llevaba algo a la boca (algún tipo de píldora, supuso Ayame con desagrado). Sin embargo, previendo lo que estaba por venir, ella misma comenzó a realizar sus propios sellos mientras entonaba una canción que parecía sisear en el aire.
Buey, Jabalí...
No se equivocaba. La réplica arrojó al original contra ella, tal y como había hecho Daigo minutos atrás y Ayame se hizo a un lado antes de que llegara a chocar contra ella. Pero...
Caballo, ¡plas!
Aún en el aire, un súbito siseo alarmaría a Daigo. Las cadenas de sus antebrazos se movían, enroscándose en torno a ellos, y un par de cabezas grises se elevaron y le miraron con un fuerte siseo justo antes de lanzarse contra su rostro con las mandíbulas abiertas de par en par y los colmillos desbordantes de veneno...
Ayame le devolvió la sonrisa. Puede que su técnica fuese herencia de los Hōzuki, pero a asestar golpes así lo había aprendido de su padre. Ella nunca llegaría a igualar su Shōsen, pero al menos podría imitarlo.
Daigo volvió a formular el sello del Tigre, y otra réplica, igual que la anterior, surgió junto a él. Ayame chasqueó la lengua. No sabía qué tipo de clon era aquel, desde luego no se parecía a los Kage Bunshin ni a un Mizu Bunshin, por lo que sólo podía suponer que se trataba de algún tipo de clon elemental. Y lo único que sabía era que era real, no ilusorio. En aquella ocasión fue el clon el que le cogió de la ropa mientras el original se llevaba algo a la boca (algún tipo de píldora, supuso Ayame con desagrado). Sin embargo, previendo lo que estaba por venir, ella misma comenzó a realizar sus propios sellos mientras entonaba una canción que parecía sisear en el aire.
Buey, Jabalí...
No se equivocaba. La réplica arrojó al original contra ella, tal y como había hecho Daigo minutos atrás y Ayame se hizo a un lado antes de que llegara a chocar contra ella. Pero...
Caballo, ¡plas!
Aún en el aire, un súbito siseo alarmaría a Daigo. Las cadenas de sus antebrazos se movían, enroscándose en torno a ellos, y un par de cabezas grises se elevaron y le miraron con un fuerte siseo justo antes de lanzarse contra su rostro con las mandíbulas abiertas de par en par y los colmillos desbordantes de veneno...