7/06/2020, 21:02
Desconcentrado de cualesquiera que fuesen sus intenciones por la ilusión de Ayame, Daigo terminó aterrizando de mala manera a pocos metros de la kunoichi, que se había ladeado para evitar un choque directo.
—¿Genjutsu? —preguntó el de Kusagakure, comprobando sus antebrazos con evidente confusión. Pero ya no había rastro alguno de serpientes, y las cadenas volvían a ser normales y corrientes.
Y Ayame esbozó una media sonrisa como única respuesta. Una sonrisa que se borró de su rostro cuando Daigo sonrió a su vez, y volvió a realizar el sello del Tigre. Su brazo y su pierna derechos se vieron súbitamente iluminados por un potente torrente de energía.
«¿Será algo parecido al Shōsen?» Se preguntó, alarmada. Por lo que había visto hasta ahora, parecía que Daigo era realmente diestro en el combate cuerpo a cuerpo. Tendría que actuar con sumo cuidado.
Daigo se lanzó contra ella, puño en ristre, y Ayame flexionó las rodillas ligeramente, con las manos entrelazadas en dos sellos: Serpiente y Dragón. Pero el de Kusagakure se detuvo justo antes de lanzar el puñetazo, y una sombra verdosa surgió desde su cuerpo para terminar de asestar el golpe. Y aquel no era el único problema, Ayame vio por el rabillo del ojo al otro clon acercándose por su otro lateral, dispuesto a ejecutar también su ofensiva.
«Ningún problema, tengo para ambos.» Decidió, justo antes de que dos espinas surgieran desde sus dos brazos. Una para cada clon.
Pájaro.
Y entonces, utilizando sus piernas como muelle, se impulsó hacia arriba y un par de alas constituidas enteramente de agua se desplegaron desde su espalda y la kunoichi se elevó hasta los cinco metros de altura aproximadamente.
«Las agujas sólo han atravesado a uno. ¿El otro no era real?» Se preguntó, confundida. ¿Acaso Daigo tenía dos tipos de aquellos clones? Si ese era el caso, sería aún más difícil de diferenciarlos. Fuera como fuera, la de Amegakure, se llevó una mano al portaobjetos.
—¿Genjutsu? —preguntó el de Kusagakure, comprobando sus antebrazos con evidente confusión. Pero ya no había rastro alguno de serpientes, y las cadenas volvían a ser normales y corrientes.
Y Ayame esbozó una media sonrisa como única respuesta. Una sonrisa que se borró de su rostro cuando Daigo sonrió a su vez, y volvió a realizar el sello del Tigre. Su brazo y su pierna derechos se vieron súbitamente iluminados por un potente torrente de energía.
«¿Será algo parecido al Shōsen?» Se preguntó, alarmada. Por lo que había visto hasta ahora, parecía que Daigo era realmente diestro en el combate cuerpo a cuerpo. Tendría que actuar con sumo cuidado.
Daigo se lanzó contra ella, puño en ristre, y Ayame flexionó las rodillas ligeramente, con las manos entrelazadas en dos sellos: Serpiente y Dragón. Pero el de Kusagakure se detuvo justo antes de lanzar el puñetazo, y una sombra verdosa surgió desde su cuerpo para terminar de asestar el golpe. Y aquel no era el único problema, Ayame vio por el rabillo del ojo al otro clon acercándose por su otro lateral, dispuesto a ejecutar también su ofensiva.
«Ningún problema, tengo para ambos.» Decidió, justo antes de que dos espinas surgieran desde sus dos brazos. Una para cada clon.
Pájaro.
Y entonces, utilizando sus piernas como muelle, se impulsó hacia arriba y un par de alas constituidas enteramente de agua se desplegaron desde su espalda y la kunoichi se elevó hasta los cinco metros de altura aproximadamente.
«Las agujas sólo han atravesado a uno. ¿El otro no era real?» Se preguntó, confundida. ¿Acaso Daigo tenía dos tipos de aquellos clones? Si ese era el caso, sería aún más difícil de diferenciarlos. Fuera como fuera, la de Amegakure, se llevó una mano al portaobjetos.