12/06/2020, 01:35
—¡He allí la gran interrogante! —Exclamó con su brazo en alto.
Si esto fuera hace un par de días se sorprendería de la actitud caótica de la marionetista, pero con el poco tiempo que llevaba en su mansión ya le había quedado bien clara su personalidad.
—¿No sabe a dónde ir?
—Quisiera ir a todas partes, pero no conozco mucho del continente. Una amiga, fuente de mucha confianza, me ha asegurado que está en marcha un proyecto que revolucionara la forma de viajar, al punto que tendremos que modificar los mapas. Mientras que espero eso, he estado intentando planear un itinerario... Pero los libros dicen muchas cosas ambiguas. Los testimonios de la gente son una buena guía, pero no tengo mucha ocasión de hablar de esto por su propia naturaleza secreta.
—Entiendo... —En parte compartía la visión de Saki, el kazejin deseaba conocer todos los países y analizar sus realidades ya que eso es el mejor método para solucionar las injusticias de Ōnindo. Pero claro, el no era rico hasta decir basta y tampoco se podía permitir estar ocioso si quería menorar como shinobi.
Al rato entraron las sirvientas con la comida, eran una especie de panes con rellenos varios al horno y para beber había leche caliente. No tenían mala pinta para nada.
—Adelante, sírvanse. —Entonces el de gafas cogió uno al azar, olían fenomenal y eso bastó para que su tripa rugiera levemente. —Se me ocurre algo, ¿Qué tal si ustedes me hablan de un buen sitio para viajar?
Y ante este ofrecimiento Takumi lo tenía claro.
—No se sí ya lo conocerá, pero me veo obligado a recomendarle que visite Kaze no Kuni. Sobretodo ahora que está calmada la cosa antes de que vuelva a haber otro golpe de estado o guerra estúpida —Dijo con cierto tono de ironía y amargura. —Pero bueno, el Oasis de la Luna es precioso y el delta del Río del Oro es digno de admirar. Además, habiendo sido usted la mejor marionetista de la Lluvia disfrutará en Inaka con los talleres artesanales, el antiguo arte es algo que gracias a Dios aún no se a perdido por aquellas tierras.
Habló con melancolía de sus orígenes, echaba de menos vivir ahí, a su gente, su sencilla forma de vida... Pero eso era insostenible, hasta que la estabilidad y justicia se instalaran definitivamente en las fronteras del desierto no sería un buen lugar para una vida digna.
Si esto fuera hace un par de días se sorprendería de la actitud caótica de la marionetista, pero con el poco tiempo que llevaba en su mansión ya le había quedado bien clara su personalidad.
—¿No sabe a dónde ir?
—Quisiera ir a todas partes, pero no conozco mucho del continente. Una amiga, fuente de mucha confianza, me ha asegurado que está en marcha un proyecto que revolucionara la forma de viajar, al punto que tendremos que modificar los mapas. Mientras que espero eso, he estado intentando planear un itinerario... Pero los libros dicen muchas cosas ambiguas. Los testimonios de la gente son una buena guía, pero no tengo mucha ocasión de hablar de esto por su propia naturaleza secreta.
—Entiendo... —En parte compartía la visión de Saki, el kazejin deseaba conocer todos los países y analizar sus realidades ya que eso es el mejor método para solucionar las injusticias de Ōnindo. Pero claro, el no era rico hasta decir basta y tampoco se podía permitir estar ocioso si quería menorar como shinobi.
Al rato entraron las sirvientas con la comida, eran una especie de panes con rellenos varios al horno y para beber había leche caliente. No tenían mala pinta para nada.
—Adelante, sírvanse. —Entonces el de gafas cogió uno al azar, olían fenomenal y eso bastó para que su tripa rugiera levemente. —Se me ocurre algo, ¿Qué tal si ustedes me hablan de un buen sitio para viajar?
Y ante este ofrecimiento Takumi lo tenía claro.
—No se sí ya lo conocerá, pero me veo obligado a recomendarle que visite Kaze no Kuni. Sobretodo ahora que está calmada la cosa antes de que vuelva a haber otro golpe de estado o guerra estúpida —Dijo con cierto tono de ironía y amargura. —Pero bueno, el Oasis de la Luna es precioso y el delta del Río del Oro es digno de admirar. Además, habiendo sido usted la mejor marionetista de la Lluvia disfrutará en Inaka con los talleres artesanales, el antiguo arte es algo que gracias a Dios aún no se a perdido por aquellas tierras.
Habló con melancolía de sus orígenes, echaba de menos vivir ahí, a su gente, su sencilla forma de vida... Pero eso era insostenible, hasta que la estabilidad y justicia se instalaran definitivamente en las fronteras del desierto no sería un buen lugar para una vida digna.