16/06/2020, 04:41
—Que sea en una hora entonces — Asintió ante la propuesta de la kunoichi, despidiéndose con la mano y tomando él un rumbo opuesto al de ella.
Parecía algo fácil, pero a la vez no lo era. «¿No podían llamar a un shinobi que si supiera sobre sellado? A la larga no es nada peligroso, pero sin duda es algo complicado para genin como nosotros» Se metió las manos a los bolsillos mientras jugueteaba con el pincel en la boca sacudiéndolo de arriba a abajo. Sus ojos se paseaban por los pasillos. Había puertas a distintos cuartos, y siendo que tenían carta libre para husmear pues aprovechó para revisar algunos. «¡¿Qué rayos?!» Se dijo cuando encontró el baño, siendo que el retrete estaba en medio de una enorme sala alfombrada, siendo que la taza estaba fabricada en oro. «Los ricos tienen demasiado tiempo libre...» Suspiró, aunque al menos ahora ya no tendría que preguntar si necesitaba ir.
A decir verdad, estaba un poco más concentrado en fisgonear que en encontrar el mentado testamento. Confiaba demasiado en sus roedores como para esforzarse de más. Su mente, estaba en un modo quejumbroso que no terminaba de hallar peros a toda esa situación. «Tan tacaños son que han llamado a unos novatos, en el pergamino de la misión ni siquiera especificaron que el trabajo implicaba a otro shinobi.» Y entonces, se frenó en seco. «No estaba especificado... Un segundo. El mayordomo dijo que el mentado Uragaki le señaló dónde estaba el pergamino y ya. ¿Entonces como supieron que él que lo ayudó fue un shinobi?» Algo no estaba nada, pero nada bien. Pero sabiendo esto, el muchacho sonrió. «Parece que algo más se está cocinando aquí, y si es así, será más interesante de lo que creía. Aunque ahora mismo deberé esperar para reunirme con Himura-san, pues debe saber esto.» Empezó a recorrer las demás habitaciones, sólo para aparentar que de verdad estaba haciendo algo productivo.
Cuando Ren continuó con su camino, creyó regresar sobre sus pasos a aquel pasillo. Sin embargo, algo no encajaba en aquel sitio: Una puerta tradicional de papel con motivos de olas pintados. Independientemente de que no encajaba con el resto de la arquitectura de hormigón del resto de la mansión, ella casi podría jurar que no estaba ahí la primera vez que pasaron por ese sitio. ¿Sus ojos le habrían jugado una mala pasada?
Parecía algo fácil, pero a la vez no lo era. «¿No podían llamar a un shinobi que si supiera sobre sellado? A la larga no es nada peligroso, pero sin duda es algo complicado para genin como nosotros» Se metió las manos a los bolsillos mientras jugueteaba con el pincel en la boca sacudiéndolo de arriba a abajo. Sus ojos se paseaban por los pasillos. Había puertas a distintos cuartos, y siendo que tenían carta libre para husmear pues aprovechó para revisar algunos. «¡¿Qué rayos?!» Se dijo cuando encontró el baño, siendo que el retrete estaba en medio de una enorme sala alfombrada, siendo que la taza estaba fabricada en oro. «Los ricos tienen demasiado tiempo libre...» Suspiró, aunque al menos ahora ya no tendría que preguntar si necesitaba ir.
A decir verdad, estaba un poco más concentrado en fisgonear que en encontrar el mentado testamento. Confiaba demasiado en sus roedores como para esforzarse de más. Su mente, estaba en un modo quejumbroso que no terminaba de hallar peros a toda esa situación. «Tan tacaños son que han llamado a unos novatos, en el pergamino de la misión ni siquiera especificaron que el trabajo implicaba a otro shinobi.» Y entonces, se frenó en seco. «No estaba especificado... Un segundo. El mayordomo dijo que el mentado Uragaki le señaló dónde estaba el pergamino y ya. ¿Entonces como supieron que él que lo ayudó fue un shinobi?» Algo no estaba nada, pero nada bien. Pero sabiendo esto, el muchacho sonrió. «Parece que algo más se está cocinando aquí, y si es así, será más interesante de lo que creía. Aunque ahora mismo deberé esperar para reunirme con Himura-san, pues debe saber esto.» Empezó a recorrer las demás habitaciones, sólo para aparentar que de verdad estaba haciendo algo productivo.
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Cuando Ren continuó con su camino, creyó regresar sobre sus pasos a aquel pasillo. Sin embargo, algo no encajaba en aquel sitio: Una puerta tradicional de papel con motivos de olas pintados. Independientemente de que no encajaba con el resto de la arquitectura de hormigón del resto de la mansión, ella casi podría jurar que no estaba ahí la primera vez que pasaron por ese sitio. ¿Sus ojos le habrían jugado una mala pasada?