24/06/2020, 01:41
Ante la acometida malintencionada del Inuzuka, su oponente cayó en pura sorpresa ante la velocidad del rastas, y terminó por hacer mal uso de lo que tenía entre manos. El resultado no fue otro que una explosión que separaría a ambos justo tras el puñetazo de Etsu, seguida de una traca que por el distanciamiento recién ganado no llegaría a suponer un peligro para ninguno. Eso sí, el combate ni por asomo terminaba, no había sido más que una leve pausa en el estrepitoso fragor de la batalla.
—¡Tsk! —chasqueó la lengua en lo que caía de espaldas contra el suelo.
Su mirada buscó furtivamente a malabarista de navajas, que obviamente no iba a desaprovechar una oportunidad así. Tal y como pensó el rastas, un par de cuchillas más se arrojaron directas hacia él, buscando no darle un solo respiro. Etsu rodó de manera absurda hacia detrás, como quien recién está aprendiendo a dar volteretas y rueda por el suelo en su lugar. Dejando a escasos centímetros las navajas hincadas en el suelo, volvería a rodar sobre sí mismo y se lanzaría en un puñetazo en pleno salto contra Puma.
Entre tanto, Culebra se movía raudo y veloz hacia el mastodonte castrado, donde buscaría recuperar unas cuantas navajas más que lanzar. Ésto podía ser un inconveniente, pero debía dejar fuera de combate al tipo de los explosivos. Ahora sabía de buena tinta quién podía llegar a ser el más peligroso de los Cuatro.
Conforme Etsu se lanzase con un puñetazo en salto, el propósito del mismo se vería rápidamente alterado. Lo que en un inicio parecía ser un puñetazo, se convertiría en ultimo momento en una palmada, que sería rápidamente imitada por su zurda. Si llegaba a topar con ambas manos, o al menos con la suficiente fuerza a su oponente, lanzaría ahora sí un verdadero golpe; su rodilla derecha buscaría rápidamente el estómago de Puma.
«¡Ahora!»
Con las mismas, el agarre inicial pasaría a convertirse en un abarazo, aprovechando la posible dolencia de su antagonista. Si todo iba sobre lo planeado, el agarre pasaría con Puma por sobre su cabeza, y terminaría clavando al maleante tras Etsu en un súplex que bien le hubiese gustado bramar en su verdadero nombre.
[...]
Akane pudo observar que algo se cocía tras las hileras de árboles. Era solo cuestión de tiempo que todo se echase sobre esa aldea condenada a la destrucción. Con toda prisa, se adentró por el callejón e intentó discernir un poco la situación tras un vistazo rápido. No lo pensó demasiado, con las mismas buscó rápidamente al tipo que iba a por armas, Culebra y se lanzó a morderle el brazo que empuñase el arma por sorpresa.
—¡Tsk! —chasqueó la lengua en lo que caía de espaldas contra el suelo.
Su mirada buscó furtivamente a malabarista de navajas, que obviamente no iba a desaprovechar una oportunidad así. Tal y como pensó el rastas, un par de cuchillas más se arrojaron directas hacia él, buscando no darle un solo respiro. Etsu rodó de manera absurda hacia detrás, como quien recién está aprendiendo a dar volteretas y rueda por el suelo en su lugar. Dejando a escasos centímetros las navajas hincadas en el suelo, volvería a rodar sobre sí mismo y se lanzaría en un puñetazo en pleno salto contra Puma.
Entre tanto, Culebra se movía raudo y veloz hacia el mastodonte castrado, donde buscaría recuperar unas cuantas navajas más que lanzar. Ésto podía ser un inconveniente, pero debía dejar fuera de combate al tipo de los explosivos. Ahora sabía de buena tinta quién podía llegar a ser el más peligroso de los Cuatro.
Conforme Etsu se lanzase con un puñetazo en salto, el propósito del mismo se vería rápidamente alterado. Lo que en un inicio parecía ser un puñetazo, se convertiría en ultimo momento en una palmada, que sería rápidamente imitada por su zurda. Si llegaba a topar con ambas manos, o al menos con la suficiente fuerza a su oponente, lanzaría ahora sí un verdadero golpe; su rodilla derecha buscaría rápidamente el estómago de Puma.
«¡Ahora!»
Con las mismas, el agarre inicial pasaría a convertirse en un abarazo, aprovechando la posible dolencia de su antagonista. Si todo iba sobre lo planeado, el agarre pasaría con Puma por sobre su cabeza, y terminaría clavando al maleante tras Etsu en un súplex que bien le hubiese gustado bramar en su verdadero nombre.
[...]
Akane pudo observar que algo se cocía tras las hileras de árboles. Era solo cuestión de tiempo que todo se echase sobre esa aldea condenada a la destrucción. Con toda prisa, se adentró por el callejón e intentó discernir un poco la situación tras un vistazo rápido. No lo pensó demasiado, con las mismas buscó rápidamente al tipo que iba a por armas, Culebra y se lanzó a morderle el brazo que empuñase el arma por sorpresa.
~ No muerdas lo que no piensas comerte ~