26/06/2020, 18:31
El de cabellos largos apenas logró incorporarse, buscando dónde habían caído sus misterioso sellos. Pero el ardor era demasiado fuerte para que pudiera reaccionar correctamente y se descuidó. Aún sin la finta de Etsu no hubiese podido esquivarlo aunque lo viese venir, y de por sí no era ni de cerca ta presto como el Inuzuka estando a su plena capacidad. Desarmado de sus artilugios, Puma parecía no tener mucho más para defenderse del genin a cortas distancias, recibiendo de lleno tanto el golpe en la cara, sólo para luego ser alzado y recibir reverendo golpe en su cabeza. Un poco más fuerte, y los discos de su cuello seguramente se hubiesen roto. La sangre brotó desde su corinilla y sus dientes se astillaron por un forzado mordisco tras el golpe. Sus ojos se fueron hacia atrás, pero aún logró dejó escapar un leve suspiro. Estaba tan atolondrado que no podía emitir mayor quejido, ni moverse demasiado, y no lo haría en un buen rato.
Culebra por otro lado se encontraba recuperando sus armas cuando el cánido apareció en escena de improviso. Lo último que esperaba era que un perro cruzado con lobo se interpusiera en su camino.
—¡¿Qué mierda?!— Exclamó al recibir el mordisco en su brazo derecho. —¡Suéltame saco de pulgas!— Pese a todo, parecía poder usar ambas extremidades. Con un juego de manos hábil, deslizó la navaja entre sus dedos hasta la zurda dispuesto a lanzarla al abdomen del canino.
Oso seguía en el suelo, aunque parecía poder al menos girar su cabeza. Su mirada se desvió hasta lo rojizo en el bosque, sólo para luego abrir los ojos cuando una explosión se sucedió en la lejanía de la montaña y el rojo se reflejó en sus orbes. Los otros dos quizá también lo habrían notado, pero estaban demasiado ocupados con sus respectivos oponentes para voltear a ver.
—¡LA BODEGA! — Finalmente sacó fuerzas para al menos despegar la barbilla del piso, girando el cuello a la dirección del fuego que parecía estar expandiéndose en el bosque.
Culebra por otro lado se encontraba recuperando sus armas cuando el cánido apareció en escena de improviso. Lo último que esperaba era que un perro cruzado con lobo se interpusiera en su camino.
—¡¿Qué mierda?!— Exclamó al recibir el mordisco en su brazo derecho. —¡Suéltame saco de pulgas!— Pese a todo, parecía poder usar ambas extremidades. Con un juego de manos hábil, deslizó la navaja entre sus dedos hasta la zurda dispuesto a lanzarla al abdomen del canino.
Oso seguía en el suelo, aunque parecía poder al menos girar su cabeza. Su mirada se desvió hasta lo rojizo en el bosque, sólo para luego abrir los ojos cuando una explosión se sucedió en la lejanía de la montaña y el rojo se reflejó en sus orbes. Los otros dos quizá también lo habrían notado, pero estaban demasiado ocupados con sus respectivos oponentes para voltear a ver.
—¡LA BODEGA! — Finalmente sacó fuerzas para al menos despegar la barbilla del piso, girando el cuello a la dirección del fuego que parecía estar expandiéndose en el bosque.