30/06/2020, 23:35
La puerta era simple y antigua, por lo que inmediatamente al girar desde adentro el seguro se soltó y pudo abrirla sin problemas, encontrándose entonces con la cara del joven castaño con las cejas levantadas y arqueadas en gesto de preocupación genuina. El mucho no quiso adentrarse en la habitación para inspeccionar, sino que se quedó atento a las palabras de su compañera como seña de respeto, solo para que luego fruncir el ceño en su totalidad, parpadeando varias veces con la explicación de la joven.
—Ahmmm — De más estaba decir que no le creía.
Sostenía el pincel entre sus dientes como un perro que no quiere soltar su hueso, pensando en una manera educada de responder sin sonar ofensivo. «Aunque, ¿sería esa la trampa del shinobi?» Giró su cabeza de pronto hacia la izquierda y se llevó los dedos al entrecejo. Era una jodida locura, ¿pero que razones podría tener su compañera de misión para mentirle? Desconfiar de alguien con más experiencia que él podría ser inadecuado.
—Disculpe, creo que no logro entender del todo lo que me está tratando de decir ...— Se cruzó de brazos y torció el gesto. — Creo que necesito reflexionar sobre esto un poco, con permiso — Anunció antes de adentrarse en la habitación, sentándose en el borde de la cama, oteando la habitación con detenimiento. —Quiero ver si logro unir las piezas... — Respiró hondo. —Tenemos tres cosas: Esta es la única habitación que estaba con llave por alguna razón. El extraño acertijo del pergamino. Y, bueno, lo que sea que hayan sido esas habitaciones que dijo usted — Deslizó el pincel entre sus labios, sujetándolo ya solo por el extremo.
—Pasillos infinitos, cuartos infinitos. ¿Dijo usted que adentro había kanji con los animales de los sellos? — Se sacó el pincel de la boca y señaló al techo a la vez que miraba arriba. —Uno de los animales de los sellos, es la rata, ¿no? — Agachó la mirada. —Y mis animales al final no encontraron nada más... tanto así, que no hay otros sirvientes en esta casa aparte del mayordomo — Pronunció con un énfasis serio. —Prarece tener relación pero a la vez es un sinsentido. ¿Por qué esa puerta se le apareció de la nada y por qué desapareció? Algo, algo debe desencadenarlo. Puede que estemos cerca de encontrar el testamento, ¿usted encontró algo aquí aden-?
Se vio interrumpido por una voz femenina que podrían reconocer como le fémina de los tres hermanos, proviniendo del pasillo que conducía al centro de la mansión.
—¡Puede que necesiten nuestra ayuda! — Se apresuró ponerse en pie y salir de la habitación con rumbo a dónde escuchó el sonido.
—Ahmmm — De más estaba decir que no le creía.
Sostenía el pincel entre sus dientes como un perro que no quiere soltar su hueso, pensando en una manera educada de responder sin sonar ofensivo. «Aunque, ¿sería esa la trampa del shinobi?» Giró su cabeza de pronto hacia la izquierda y se llevó los dedos al entrecejo. Era una jodida locura, ¿pero que razones podría tener su compañera de misión para mentirle? Desconfiar de alguien con más experiencia que él podría ser inadecuado.
—Disculpe, creo que no logro entender del todo lo que me está tratando de decir ...— Se cruzó de brazos y torció el gesto. — Creo que necesito reflexionar sobre esto un poco, con permiso — Anunció antes de adentrarse en la habitación, sentándose en el borde de la cama, oteando la habitación con detenimiento. —Quiero ver si logro unir las piezas... — Respiró hondo. —Tenemos tres cosas: Esta es la única habitación que estaba con llave por alguna razón. El extraño acertijo del pergamino. Y, bueno, lo que sea que hayan sido esas habitaciones que dijo usted — Deslizó el pincel entre sus labios, sujetándolo ya solo por el extremo.
—Pasillos infinitos, cuartos infinitos. ¿Dijo usted que adentro había kanji con los animales de los sellos? — Se sacó el pincel de la boca y señaló al techo a la vez que miraba arriba. —Uno de los animales de los sellos, es la rata, ¿no? — Agachó la mirada. —Y mis animales al final no encontraron nada más... tanto así, que no hay otros sirvientes en esta casa aparte del mayordomo — Pronunció con un énfasis serio. —Prarece tener relación pero a la vez es un sinsentido. ¿Por qué esa puerta se le apareció de la nada y por qué desapareció? Algo, algo debe desencadenarlo. Puede que estemos cerca de encontrar el testamento, ¿usted encontró algo aquí aden-?
¡AHHHHHHHHHHHH!
Se vio interrumpido por una voz femenina que podrían reconocer como le fémina de los tres hermanos, proviniendo del pasillo que conducía al centro de la mansión.
—¡Puede que necesiten nuestra ayuda! — Se apresuró ponerse en pie y salir de la habitación con rumbo a dónde escuchó el sonido.