29/07/2020, 14:44
Toshio había conseguido detener al muchacho antes de que sus acciones fueran a más, pero para todos los presentes había quedado claro lo que acababa de intentar. Sobre todo para la afectada, que no detuvo su mano por la intervención de su querido.
Con una exquisita parabola, su mano cuya manicura era perfecta se plantó en la mejilla del rubio, cuyo cuidado de mejilla también era perfecto. No aplicó tanta fuerza como podría, pero el sonido fue seco y poderoso igualmente. Una bofetada bien dada más allá de la fuerza.
Nishi la miró llenó de ira, sintiendo un calor invadirle todo el cuerpo, en especial el hombro, justo donde Toshio le estaba agarrando. Quería pegarle a algo, pero no iba a hacerlo con Kinumi, la quería, de una forma tosca y estupida, pero la quería. Se giró a Toshio a toda velocidad, con el puño ya preparado para impactarle en toda la mejilla y, probablemente, tirarle al suelo.
Fuese como fuere, Kinumi no se iba a quedar de brazos cruzados. En cuanto Nishi le dio la espalda, le retorció el brazo y le empujó contra un árbol cercano. Sus ojos, rojos como la sangre, habían perdido toda la frialdad, reflejando una ira añeja.
— No me obligues a hacerte daño, Nishi-kun.
Con una exquisita parabola, su mano cuya manicura era perfecta se plantó en la mejilla del rubio, cuyo cuidado de mejilla también era perfecto. No aplicó tanta fuerza como podría, pero el sonido fue seco y poderoso igualmente. Una bofetada bien dada más allá de la fuerza.
Nishi la miró llenó de ira, sintiendo un calor invadirle todo el cuerpo, en especial el hombro, justo donde Toshio le estaba agarrando. Quería pegarle a algo, pero no iba a hacerlo con Kinumi, la quería, de una forma tosca y estupida, pero la quería. Se giró a Toshio a toda velocidad, con el puño ya preparado para impactarle en toda la mejilla y, probablemente, tirarle al suelo.
Fuese como fuere, Kinumi no se iba a quedar de brazos cruzados. En cuanto Nishi le dio la espalda, le retorció el brazo y le empujó contra un árbol cercano. Sus ojos, rojos como la sangre, habían perdido toda la frialdad, reflejando una ira añeja.
— No me obligues a hacerte daño, Nishi-kun.