30/07/2020, 15:58
(Última modificación: 30/07/2020, 16:13 por Amedama Daruu. Editado 1 vez en total.)
Shanise asintió. Pareció como si se pensara mucho su siguiente intervención.
—Ayame —dijo, inclinándose hacia adelante—. Entonces... ¿qué pasó exactamente en el estadio del Torneo? Sé que ha sido duro, pero necesito saberlo. —Kirishima se acercó con el zumo y la jarra de hidromiel, y Shanise se reincorporó un momento para recibirlo, falseando una sonrisa afable—. Gracias, Kirishima.
Kirishima se dio cuenta de que aquella sonrisa era falsa, y también de que algo de extrema gravedad debía de haber ocurrido. Era experto en detectar ese tipo de cosas, al fin y al cabo, el suyo era un lugar donde los shinobi se retiraban tras largas jornadas de trabajo. Le contaban cosas. Y uno aprendía a apreciar los sutiles detalles en los rostros cuando no se las querían contar.
Tampoco es que fuera a indagar en nada. Sabía mantener la boca cerrada. Lo había hecho, durante muchos años, y aquella aldea le había dado, al fin y al cabo, una segunda oportunidad.
Era feliz así. Dedicándose a hacer a todos los demás un poco más felices, aunque fuesen unas horas de su agonizante tiempo.
«¿No debería Aotsuki Ayame estar representándonos en el torneo? ¿No debería Shanise estar sustituyendo a Yui en el despacho?»
—Ayame —dijo, inclinándose hacia adelante—. Entonces... ¿qué pasó exactamente en el estadio del Torneo? Sé que ha sido duro, pero necesito saberlo. —Kirishima se acercó con el zumo y la jarra de hidromiel, y Shanise se reincorporó un momento para recibirlo, falseando una sonrisa afable—. Gracias, Kirishima.
Kirishima se dio cuenta de que aquella sonrisa era falsa, y también de que algo de extrema gravedad debía de haber ocurrido. Era experto en detectar ese tipo de cosas, al fin y al cabo, el suyo era un lugar donde los shinobi se retiraban tras largas jornadas de trabajo. Le contaban cosas. Y uno aprendía a apreciar los sutiles detalles en los rostros cuando no se las querían contar.
Tampoco es que fuera a indagar en nada. Sabía mantener la boca cerrada. Lo había hecho, durante muchos años, y aquella aldea le había dado, al fin y al cabo, una segunda oportunidad.
Era feliz así. Dedicándose a hacer a todos los demás un poco más felices, aunque fuesen unas horas de su agonizante tiempo.
«¿No debería Aotsuki Ayame estar representándonos en el torneo? ¿No debería Shanise estar sustituyendo a Yui en el despacho?»