8/01/2016, 12:01
Después del discurso de la joven kunoichi del remolino, aunque ni ella misma era capaz de procesar sus propias palabras ya que dudaba de si lo que había dicho estaba bien o no, al parecer su compañero espadachín sí que lo había entendido bien, o al menos a ojos de ella eso parecía. Un gran alivio se expandió por todo su cuerpo y mostró una pequeña sonrisa solo sonriendo de lado. Tomó mejor la posición para escuchar el discurso que estaba por venir del Ishimura y escuchó atentamente.
¿Cuestionables? Si los motivos de la pequeña huérfana no eran cuestionables, ninguno lo era, y eso era lo que creía firmemente la joven de cabellos azulados. Eras ninja porque eras ninja, por inspiración divina o por una cuenta pendiente que quieres saldar con alguien que ya no está, y ese largo etcétera de motivos que son válidos para todos, siendo ninja, médico, camarero, vendedor...
''Al menos quiere ser sincero conmigo... Me siento alagada''
Verás… En realidad me volví ninja por algunas personas a las cuales les debo mucho —aseguró sombrío —. Creo que es algo diferente a la venganza o la justicia. Quizá solo es por satisfacción personal. Pero no es rencor lo que siento. Simplemente creo que es mi deber evitar que sigan haciendo de la suyas por el mundo. Sé que es un camino difícil y nada admirable. Sé que tendré que derramar mi sangre y la de otros. Pero es inevitable y necesario. Soy joven y puede que algún día cambie de opinión, pero por ahora eso es lo que quiero —Sonrió para sí mismo.—. Al final de todo, creo que existe el equilibrio, si por cada persona queriendo quitar vidas como yo, hay una persona queriendo salvarlas como tú.
Y la joven Eri se emocionó.
Se emocionó tanto que de sus ojos salieron dos pequeñas lágrimas traicioneras, que recorrieron sus mejillas sonrojadas hasta impactar encima de sus manos.
-Tus motivos... - Empezó, con una voz un poco débil para su gusto.-Son motivos como los de cualquier otra persona. Si esos fueron los motivos que te motivaron a entrar en este oficio, son tan buenos o más incluso que los míos y no tienes por qué no ser sincero con ellos. Tal y como has dicho tú, no es un oficio fácil, pero es el que hemos escogido. - Frunció el ceño, aprovechando que él seguía de espaldas a ella. - Además, siempre puedes cambiar tu opinión... - Repitió moviendo el dedo.
Suspiró, tomando aire después de soltar por la boca todo ese discurso sin apenas respirar. Pero segundos después continuó. -Y... Yo creo que no buscas quitar vidas, solo ser justo, porque la injusticia es algo que no se puede perdonar. - Admitió, cerrando el puño con fuerza. - Así que no te preocupes, cada herida, cada daño que hagas a una persona inocente, allí estaré yo para cerrarla, ¡y para darte una patada en el culo! - No sabía si la broma quedaba bien ahí o no, pero la soltó feliz.
Porque ese viaje solo era el principio de su camino del ninja, además del principio de una extraña amistad con el Ishimura.
¿Cuestionables? Si los motivos de la pequeña huérfana no eran cuestionables, ninguno lo era, y eso era lo que creía firmemente la joven de cabellos azulados. Eras ninja porque eras ninja, por inspiración divina o por una cuenta pendiente que quieres saldar con alguien que ya no está, y ese largo etcétera de motivos que son válidos para todos, siendo ninja, médico, camarero, vendedor...
''Al menos quiere ser sincero conmigo... Me siento alagada''
Verás… En realidad me volví ninja por algunas personas a las cuales les debo mucho —aseguró sombrío —. Creo que es algo diferente a la venganza o la justicia. Quizá solo es por satisfacción personal. Pero no es rencor lo que siento. Simplemente creo que es mi deber evitar que sigan haciendo de la suyas por el mundo. Sé que es un camino difícil y nada admirable. Sé que tendré que derramar mi sangre y la de otros. Pero es inevitable y necesario. Soy joven y puede que algún día cambie de opinión, pero por ahora eso es lo que quiero —Sonrió para sí mismo.—. Al final de todo, creo que existe el equilibrio, si por cada persona queriendo quitar vidas como yo, hay una persona queriendo salvarlas como tú.
Y la joven Eri se emocionó.
Se emocionó tanto que de sus ojos salieron dos pequeñas lágrimas traicioneras, que recorrieron sus mejillas sonrojadas hasta impactar encima de sus manos.
-Tus motivos... - Empezó, con una voz un poco débil para su gusto.-Son motivos como los de cualquier otra persona. Si esos fueron los motivos que te motivaron a entrar en este oficio, son tan buenos o más incluso que los míos y no tienes por qué no ser sincero con ellos. Tal y como has dicho tú, no es un oficio fácil, pero es el que hemos escogido. - Frunció el ceño, aprovechando que él seguía de espaldas a ella. - Además, siempre puedes cambiar tu opinión... - Repitió moviendo el dedo.
Suspiró, tomando aire después de soltar por la boca todo ese discurso sin apenas respirar. Pero segundos después continuó. -Y... Yo creo que no buscas quitar vidas, solo ser justo, porque la injusticia es algo que no se puede perdonar. - Admitió, cerrando el puño con fuerza. - Así que no te preocupes, cada herida, cada daño que hagas a una persona inocente, allí estaré yo para cerrarla, ¡y para darte una patada en el culo! - No sabía si la broma quedaba bien ahí o no, pero la soltó feliz.
Porque ese viaje solo era el principio de su camino del ninja, además del principio de una extraña amistad con el Ishimura.