16/08/2020, 14:06
— ¿Vamos?
Kinumi decidió ignorar la forma de hablar de Toshio, cada vez más barriobajera con ella, supuso que era simbolo de que estaba ganandose su confianza. Aunque no era capaz de ver eso como algo del todo bueno.
— Claro.
Llegaron al edificio sin problemas, la entrada era amplia y tradicional, como el resto de casas del lugar y como en Kusagakure, así que a los genins no les resultaría nada demasiado nuevo. Además, la planta baja era parecida a la del edificio de la Morikage, había un gran mostrador enfrente de ellos, partiendo el edificio en dos y lleno de papeles, archivadores y esas cosas de encargados.
A ambos lados del mostrador, subían unas escaleras de madera, seguramente al segundo piso, que ya sería la residencia del señor Bōku. Detrás del mostrador, un señor mayor vestido con kimono negro discutía con una mujer también mayor en un kimono de color verde claro.
— ¡Te he dicho cien veces que no!
— Más terco que una mula terca que eres. ¡Que no tiene ningún sentido! Solo vas a conseguir que te peguen una patada en tu viejo culo de ninja.
— ¡Es lo más lógico y punto! ¡Nos hará más fuertes!
— Sí, sí. Lo que tú digas.
— ¡Eh! Mujer, vuelve aquí. ¡No he acabado de hablar! — le ordenó mientras la mujer abandonaba la zona de detrás del mostrador y salía por la puerta, cruzandose con los ninjas y dandoles los buenos días con una sonrisa.
Kinumi entró al edificio y se dirigió al anciano, en aras de no perder más tiempo.
— Perdone, ¿Boku-san?
El anciano se giró, aún con clara expresión de ira y suspiró bruscamente.
— Y ahora una cría, ¿qué pasa, niña?
Entonces, Toshio y Kinumi se darían cuenta de que no habían vuelto a sacar las bandanas, por lo que no les reconocería como ninjas. Claro que la Uchiha estaba buscando en su fuerza interior alguna forma de no lanzar un Katon y hacer arder aquella maldita mansión. ¿La acababa de llamar cria y niña en la misma oración? Y encima con un tono de menosprecio brutal.
Kinumi decidió ignorar la forma de hablar de Toshio, cada vez más barriobajera con ella, supuso que era simbolo de que estaba ganandose su confianza. Aunque no era capaz de ver eso como algo del todo bueno.
— Claro.
Llegaron al edificio sin problemas, la entrada era amplia y tradicional, como el resto de casas del lugar y como en Kusagakure, así que a los genins no les resultaría nada demasiado nuevo. Además, la planta baja era parecida a la del edificio de la Morikage, había un gran mostrador enfrente de ellos, partiendo el edificio en dos y lleno de papeles, archivadores y esas cosas de encargados.
A ambos lados del mostrador, subían unas escaleras de madera, seguramente al segundo piso, que ya sería la residencia del señor Bōku. Detrás del mostrador, un señor mayor vestido con kimono negro discutía con una mujer también mayor en un kimono de color verde claro.
— ¡Te he dicho cien veces que no!
— Más terco que una mula terca que eres. ¡Que no tiene ningún sentido! Solo vas a conseguir que te peguen una patada en tu viejo culo de ninja.
— ¡Es lo más lógico y punto! ¡Nos hará más fuertes!
— Sí, sí. Lo que tú digas.
— ¡Eh! Mujer, vuelve aquí. ¡No he acabado de hablar! — le ordenó mientras la mujer abandonaba la zona de detrás del mostrador y salía por la puerta, cruzandose con los ninjas y dandoles los buenos días con una sonrisa.
Kinumi entró al edificio y se dirigió al anciano, en aras de no perder más tiempo.
— Perdone, ¿Boku-san?
El anciano se giró, aún con clara expresión de ira y suspiró bruscamente.
— Y ahora una cría, ¿qué pasa, niña?
Entonces, Toshio y Kinumi se darían cuenta de que no habían vuelto a sacar las bandanas, por lo que no les reconocería como ninjas. Claro que la Uchiha estaba buscando en su fuerza interior alguna forma de no lanzar un Katon y hacer arder aquella maldita mansión. ¿La acababa de llamar cria y niña en la misma oración? Y encima con un tono de menosprecio brutal.