17/08/2020, 18:26
Apenas había llegado a casa y ya se había encontrado una nota en el portal. Una nota de Reiji, urgiéndole quedar para hablar de algo importante. Tras lo acontecido en el Valle de los Dojos, precisamente era eso lo que menos le apetecía en aquellos momentos: hablar. La masacre en el estadio, la aparición de un General, el ataque de Uchiha Akame, la liberación de Kaido… Demasiado que asimilar. No, lo que quería Uchiha Datsue era tirarse en el jacuzzi y olvidarse de la vida ninja, los entrenos y todo el maldito caos por al menos un día.
Luego, llegaría el tiempo de pensar.
Y de decidir.
Datsuse el Matakanes le miró con intriga.
—Pero supongo que un jōnin no tiene tiempo para tomarse un día, libre, ¿hmm? No uno responsable, al menos.
Responsable. Aquella palabra todavía sonaba extraña en sus labios.
Eran las ocho de la tarde, y el sol besaba la línea del mar dejándole cardenales de un naranja rojizo. Datsue paseaba con las manos en los bolsillos y Datsuse al lado atravesando las blancas arenas de las costas del Remolino. Su destino no era otro que el puerto, la vivienda de Reiji. Para quien no conociese al joven espadachín, esto último podía sonar raro. Al fin y al cabo, normalmente las casas no se situaban en los puertos. El resumen rápido sería decir que Reiji era un chico con suerte. La explicación larga, que era un cabronazo con estrella que se había agenciado un barco gratis después de que toda su tripulación fuese asesinada. ¿Por quién? Bueno, no había nombres ni rostros concretos. ¿Sospechoso? Un poco.
Datsue trató de localizar al característico barco en el muelle y se subió a él, tomando brevemente a Datsuse en el regazo. Luego, se dirigió al camarote y llamó a la puerta.
—¿Reiji? ¡Soy yo!
Luego, llegaría el tiempo de pensar.
Y de decidir.
Datsuse el Matakanes le miró con intriga.
—Pero supongo que un jōnin no tiene tiempo para tomarse un día, libre, ¿hmm? No uno responsable, al menos.
Responsable. Aquella palabra todavía sonaba extraña en sus labios.
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Eran las ocho de la tarde, y el sol besaba la línea del mar dejándole cardenales de un naranja rojizo. Datsue paseaba con las manos en los bolsillos y Datsuse al lado atravesando las blancas arenas de las costas del Remolino. Su destino no era otro que el puerto, la vivienda de Reiji. Para quien no conociese al joven espadachín, esto último podía sonar raro. Al fin y al cabo, normalmente las casas no se situaban en los puertos. El resumen rápido sería decir que Reiji era un chico con suerte. La explicación larga, que era un cabronazo con estrella que se había agenciado un barco gratis después de que toda su tripulación fuese asesinada. ¿Por quién? Bueno, no había nombres ni rostros concretos. ¿Sospechoso? Un poco.
Datsue trató de localizar al característico barco en el muelle y se subió a él, tomando brevemente a Datsuse en el regazo. Luego, se dirigió al camarote y llamó a la puerta.
—¿Reiji? ¡Soy yo!
¡Agradecimientos a Daruu por el dibujo de PJ y avatar tan OP! ¡Y a Reiji y Ayame por la firmaza! Si queréis una parecida, este es el lugar adecuado