17/08/2020, 19:44
¿Vivir en un barco? Quizás al principio no lo había considerado. Las comodidades de la casa familiar estaban muy bien. Una casa grande, la forja y el dojo cerca, una bañera decente para echarse después de un duro entrenamiento. Pero poco a poco había empezado a pasar más tiempo en el barco. E incluso, había llegado a pasar algunas noches allí, generalmente acompañado por Yuuna.
¿Mudarme allí de forma permanente? Me lo planteaba de vez en cuando. ¿Pero no era yo aún demasiado joven para vivir en solitario con mi pajera? Quizás sí. Y como esa, habían otras cuantas dudas que hacían que todavía no hubiese tomado una decisión definitiva.
Pero sí. Datsue me encontraría ese día allí. De hecho ¿Sabia donde estaba la casa de mis padres? No había estado nunca allí, no al menos mientras estaba yo. Así que ya que le había dejado una nota, le esperaría en el Barco. Aunque hubiera agradecido que hubiera concretado una hora mediante el sello que el mismo había puesto.
Pero no lo hizo. Afortunadamente para ambos, aunque probablemente más para mí, cuando Datsue llamó a la puerta estaba todo en orden. Más o menos.
—¡Datsue! Me alegro de verte bien. —También saludé al perro acariciendole la cabeza. —Pasa, pasa, ponte cómodo.
El camarote estaba casi como siempre. Los sofás en su sitio, el armario en su sitio. La mesita donde estaba el soporte para colocar las Katanas, donde ahora reposaban Aicho e Ichiko. Y Una mesa entre ambos sofás. Allí habían algunos libros apilados en una esquina, pero lo que seguramente llamaría la atención de Datsue era que, sobre una tela blanca, reposaba lo que quedaba de Tsubame. Podía parecer que se había partido en dos mitadas, pero en realidad había mas pedacitos de acero. Como si fuera un puzzle. Tantos como había logrado reunir, aunque no todos.
—Se que querrás olvidarte de todo por unos días, pero yo no puedo. La cagué. Metí la pata varías veces y tengo que ponerle solución al menos a una. Así que agradezco que hayas venido. ¿Quieres algo de beber? Traeré agua para el perro.
Dije mientras iba a la cocina, que era literalmente una de las habitaciones de al lado, dijera que lo dijera, desde allí lo escucharía. El barco era grande, pero tampoco tanto.
¿Mudarme allí de forma permanente? Me lo planteaba de vez en cuando. ¿Pero no era yo aún demasiado joven para vivir en solitario con mi pajera? Quizás sí. Y como esa, habían otras cuantas dudas que hacían que todavía no hubiese tomado una decisión definitiva.
Pero sí. Datsue me encontraría ese día allí. De hecho ¿Sabia donde estaba la casa de mis padres? No había estado nunca allí, no al menos mientras estaba yo. Así que ya que le había dejado una nota, le esperaría en el Barco. Aunque hubiera agradecido que hubiera concretado una hora mediante el sello que el mismo había puesto.
Pero no lo hizo. Afortunadamente para ambos, aunque probablemente más para mí, cuando Datsue llamó a la puerta estaba todo en orden. Más o menos.
—¡Datsue! Me alegro de verte bien. —También saludé al perro acariciendole la cabeza. —Pasa, pasa, ponte cómodo.
El camarote estaba casi como siempre. Los sofás en su sitio, el armario en su sitio. La mesita donde estaba el soporte para colocar las Katanas, donde ahora reposaban Aicho e Ichiko. Y Una mesa entre ambos sofás. Allí habían algunos libros apilados en una esquina, pero lo que seguramente llamaría la atención de Datsue era que, sobre una tela blanca, reposaba lo que quedaba de Tsubame. Podía parecer que se había partido en dos mitadas, pero en realidad había mas pedacitos de acero. Como si fuera un puzzle. Tantos como había logrado reunir, aunque no todos.
—Se que querrás olvidarte de todo por unos días, pero yo no puedo. La cagué. Metí la pata varías veces y tengo que ponerle solución al menos a una. Así que agradezco que hayas venido. ¿Quieres algo de beber? Traeré agua para el perro.
Dije mientras iba a la cocina, que era literalmente una de las habitaciones de al lado, dijera que lo dijera, desde allí lo escucharía. El barco era grande, pero tampoco tanto.